La polémica suscitada por la publicación en EL PERIÓDICO EXTREMADURA y todos los diarios del GRUPO ZETA de la alerta de la CIA a los Mossos, en mayo pasado, sobre el riesgo cierto de un atentado de corte yihadista en la Rambla barcelonesa, no puede ni debe empañar los elogios generalizados que la policía autonómica se ha ganado por su reacción tras este brutal zarpazo, tanto en la neutralización de la célula terrorista como en la transparencia informativa inmediatamente posterior. Pero con la misma claridad y contundencia el diario puede y debe afirmar que, contrariamente a lo que sostienen interesadamente algunos sectores, en ningún momento subyace bajo esta revelación periodística un intento de establecer una relación de causa-efecto entre el aviso procedente de EEUU y una hipotética evitación del atentado. Nadie puede afirmar que eso habría sido así, porque la seguridad absoluta no existe ni aquí ni en ninguna parte.

Las sinceras y merecidas muestras de apoyo que han recibido los Mossos por parte de la población tras el 17-A no pueden ocultar que este cuerpo está siendo objeto de interesados cálculos cara al referéndum independentista previsto para el 1-O. Y ante este intento de mixtificación hay que ser tajantes: ni la política debe condicionar el trabajo profesional de los Mossos ni los políticos deben escudarse en la policía autonómica para disimular sus carencias o errores. La rueda de prensa que ofrecieron ayer el conseller de Interior, Joaquim Forn, y el major de los Mossos, Josep Lluís Trapero, fue un ejercicio de esfuerzos mal dirigidos, y en lugar de sus invectivas contra los medios que publicaron la noticia deberían haber abundado en las gestiones realizadas tras el aviso procedente de EEUU y en por qué hasta ahora lo habían negado.

Hoy, pese a estas turbulencias originadas por la cercanía del 1-O -mejor dicho, debido a la proximidad de esa fecha-, hay que recordar cuál es la función básica del periodismo en una sociedad democrática: poner luz donde no la había, para que los ciudadanos estén bien informados y tengan su propia opinión. Las revelaciones de ayer de este diario persiguen esta finalidad, y sobre todo la de contribuir a que un mejor conocimiento del terrorismo haga más difíciles nuevos atentados. El mismo objetivo que tienen los Mossos, a los que hay que exigir que la brillante gestión de la información tras el 17-A tenga continuidad. Y sin manejos políticos.