TLta cosa está que trina con la juventud, que por ahora parece ser la única que piensa globalmente, y como estamos comprobando en Francia con las manifestaciones y disturbios y con los macrobotellones organizados en España vía email y sms, actúa globalmente, localmente y locamente... y todo lo que les quieran decir... movidos por un ideal extraño e incomprensible para los mayores, que sólo ven en esto una forma de rebeldía absurda. Por su lado los jóvenes lo ven como la forma de socialización que sus padres les vendieron y que es tradicional ya desde hace siglos: fiesta alrededor de una droga tan dura o más que otras pero legal: el alcohol. Una fiesta de socialización que ya no se pueden pagar si no es a base de beber barato en la calle. Y no están dispuestos a renunciar a ella.

En el fondo de todo este peliagudo asunto lo que hay es un abismo generacional e ideológico entre padres e hijos, como ocurrió en los 60. Y unos intereses mercantilistas y un sistema financiero basado en la acumulación absurda de poder y dinero que están subyugando a la juventud de Occidente. Y no digamos la del Tercer Mundo, donde la sangrante esclavitud infantil y juvenil, soterrada bajo sueldos miserables, es orquestada desde grandes emporios multinacionales y nadie hace nada hace ya demasiado tiempo. Mientras, los políticos anquilosados, ojerosos o barrigones se reúnen, se miran, hacen como que hablan, crean tratados y derechos sólo de cara a la galería, se hacen muecas y carantoñas, se gastan los dineros públicos en diseños vanguardistas, comilonas y viajes y no solucionan nada en las conferencias internacionales mientras crecen los contratos basura y los ahogados se cuentan ya por miles en Canarias y el Estrecho.

La generación de nuestros padres tuvo que madurar muy pronto en una Europa asolada por la guerra. Son la generación de hombres hechos a sí mismos, que trabajaron y pelearon duro..., y sin escrúpulos. Algunos, los menos, amparados en interpretaciones nacionalistas y anexionistas de las leyes de Dios, incluso crearon grandes imperios y emporios multinacionales que se han convertido en los auténticos directores de esta película, que hacen y deshacen a su antojo. Aunque a algunos les empiezan a salir granos llamados Evo, Lula, Chaves, Castro, Hatamí ... fruto de todo este absurdo egoismo insolidario.

Ellos crecieron bajo unos ideales materialistas que incluso han llevado, a algunos padres, no a la mayoría afortunadamente, a intentar esclavizar a sus hijos. Pobres hartos de pan . No es raro y me imagino que ocurrirá en muchos sitios, el caso de padre e hijo que trabajan codo a codo y el hijo cobra 600 euros y el padre 6.000 gracias también al sudor de su hijo, y que a lo mejor al cabo de 10 años, dando el callo para su padre, consigue que le suba el sueldo 300 euros cuando va a tener su tercer hijo y tiene que afrontar una hipoteca de 400 euros. Y éste, hoy por hoy, es un privilegiado, estresado pero privilegiado. Si algún día hereda el imperio de su padre hará lo mismo con sus trabajadores.

Muchos de nuestros jóvenes malviven en pisos miserables o con sus padres, dependen de sus padres en todo, no saben lo que es una hipoteca, un euribor, o un TAE, sólo piensan en divertirse y aprovechar la vida, trapichear o medrar para ganarse la vida, viajar y disfrutar a tope, jugar a la Play y maquinar con el ordenata. Pero disponen del arma de la comunicación a través de sus móviles y sus redes, unos ideales más altruistas que sus progenitores, porque no pasaron el hambre y las penurias de sus padres, y son más poderosos de lo que sus padres pudieran llegar a imaginar. Si no, que le pregunten a Villepin .

*Periodista y músico