WLwa celebración de la Pascua Militar sirvió ayer al rey Juan Carlos para enviar un mensaje mesurado sobre la situación política. En un año en que se va a acometer la revisión de la Constitución de 1978, a la vez que desde Euskadi y Cataluña se prepara, con vías distintas, la reforma de sus estatutos de autonomía, el Monarca recordó que el marco constitucional ha garantizado la convivencia, ha facilitado la modernización y ha propiciado la articulación territorial. Juan Carlos estuvo en su papel. Y el ministro de Defensa, José Bono, mantuvo su línea de apelar al españolismo de abolengo, en el que tan bien coincide con el PP. Ninguna sorpresa.

Frente a algunos llamamientos catastrofistas desde los extremos del espectro político, lo mejor es mantener la serenidad. Es lo que volvió a hacer ayer Zapatero. Aun reconociendo la gravedad política que significa la aprobación del plan Ibarretxe, el presidente del Gobierno descartó la formación de un frente con el PP para frenarlo. El destinatario de esas palabras era también el secretario general de ERC y su estridente amenaza de retirar el apoyo al PSOE si pactaba con el PP. Una afirmación precipitada que solamente ha servido a los partidarios de la crispación.