El 20 de junio de 2007 se convocaron las últimas oposiciones del SES. Tres años hicieron falta para finalizar este proceso y los aspirantes agraciados con una plaza en propiedad en el servicio extremeño de salud, finalmente pudieron tomar posesión de su puesto. En dicha oferta pública de empleo se convocaron 18 plazas para celadores que certificaran tener una discapacidad psíquica originada por retraso mental.

Tras tomar posesión de las plazas se constituyó una lista de espera, conformada por 39 personas a la espera de una oferta laboral.

Oferta laboral que no llega porque el SES decide no sustituir a ningún celador de esta lista. Las razones que alega son simples: nunca se da cobertura a la totalidad de los permisos de los trabajadores. Pero la realidad es que este pasado verano las sustituciones de celadores procedentes de turno libre fueron superiores al 50%, mientras que no se sustituyó a ningún celador que procedía del turno de discapacidad psíquica originada por retraso mental.

¿Nos encontramos preparados para la integración de personas con discapacidad psíquica o física en el mercado laboral que nos marca la ley? ¿Adaptamos los puestos de trabajo a las necesidades concretas?

Desafortunadamente, la lista de espera aún se mantiene intacta, inerte, congelada, sin responder a la expectativa generada. Con sus gestores ajenos a la problemática, sin querer ofrecer ningún contrato laboral, con los aspirantes pendientes del teléfono, con sentimientos encontrados de impotencia y frustración por una falta de coherencia y de respeto. Y los espectadores de la situación, como yo, usuarios y trabajadores del sistema con la sensación de vivir en un mundo con tendencia a la deshumanización y a la desprotección, con ausencia de conciencia social.

Nieves Villar Fresno **

Cáceres