TLtlevo varias semanas asistiendo, organizando o incluso pronunciando conferencias en esto que ahora se ha dado en denominar Recuperación de la memoria histórica . Compruebo, no sin sorpresa, las reacciones de parte del público, lectores... que se atreven a sopesar si aún no se han cauterizado lo que consideran antiguas heridas. Otros todavía van más allá y te cuestionan la presunta parcialidad de algunos investigadores aludiendo al, también a mi juicio oportuno, (quizás buscando fundamentalmente el rédito económico) reconocimiento editorial, de los autodenominados revisionistas.

Quisiera aportar un elemento más de juicio que el otro día escuché al profesor universitario Enrique Moradiellos en su pugna con Pío Moa (a mí la verdad me recordaba, con pasión aquellos lances periodísticos, que a veces se prolongaban en las tertulias de los cafés, en los años 30 del pasado siglo). Decía Moradiellos que es ficticio hablar de revisionistas, pues, en realidad lo que hace Pío Moa (y yo añadiría algún historiador más próximo aquí en Extremadura) es volver a repetir aquella visión de la historia que se mantuvo de manera única durante el franquismo (acordémonos de Ricardo de la Cierva , de Arrarás ...). Es decir no revisan, no innovan, no aportan nada nuevo. Tan sólo tratan de recuperar el terreno perdido en aras de la cada vez mayor objetividad de los cientos de historiadores profesionales que han rastreado en las décadas de los 80 y 90 multitud de fuentes documentales, tradicionalmente vedadas a aquellos que no tenían asegurada la fidelidad a determinadas ideas.

Por tanto, parece de una crueldad excesiva tratar aparentemente de polemizar con estos temas cuando se hace sin intención de buscar la aportación de pruebas que desmientan las verdades, últimamente reveladas y que hacen alusión a todo aquello que, posiblemente por la opción tomada durante la Transición de no ruptura y sí reforma, se trató de olvidar (quiero pensar que temporalmente, quiero pensar como nos decían "hasta que la sociedad española esté preparada, madura, pasen unos años..."). Tenemos ahora, cientos de miles de datos que nos permiten reconstruir, desde el ámbito de la historia, lo que supusieron, por un lado, los escasos poco más de cinco años de experiencia democrática republicana y, por otro, las consecuencias del trágico levantamiento contra el orden establecido por los españoles en aquellos años. Con sus pros y sus contras. Hasta hace poco sólo teníamos una visión unívoca e irrebatible de los hechos. Es el momento de poder contrastar. De oír las voces silenciadas. De enseñar lo que aparece en los archivos.

*Doctor en Historia