Dramaturgo

Si piensas, no conduzcas porque las cifras de siniestros en la carretera son como para meterse debajo de la cama y no salir ni a por churros. Y lo malo es que nos estamos acostumbrando a los muertos. Y lo peor es que somos responsables nosotros. Sí, somos responsables por dos motivos: Por conducir con el culo y por tragarnos sin rechistar el lamentable estado de nuestras carreteras, la funesta señalización de algunas, el tercermundismo de rutas esenciales (como la N-630) y los cientos de puntos negros que salpican nuestra geografía. Si piensas, no conduzcas porque ya es hora de empezar la revolución con ruedas, la gran movida que exija de una vez por todas un transporte público en condiciones, económico, eficaz y cómodo. Si piensas, no conduzcas ni cojas el tren para ir de Badajoz a Valencia, ni el autobús a Madrid, ese que se para por todos los sitios, ni el coche para ir a Sevilla, ni la bici para ir a Caya sin carril para bicis, ni el patinete para atravesar el parque de San Fernando. Si conduces, procura pensar y mucho. Pensar en que la vida, eso que tanto cuesta crear, modelar, conservar y cerrar con dignidad, no se puede adosar a un pedazo de asfalto por querer llegar a la playa una hora antes que el vecino del segundo. Si conduces, piensa que, a lo mejor, es mejor que no conduzcas, que no merece la pena imitar a Fernando Alonso, que con las actividades de Castelar y La Marina abierta en agosto, le pueden ir dando mucho a los chiringuitos, a los atascos y al atún con tomate. Si al final piensas y conduces, buen viaje, buena estancia y mejor regreso porque aquí no sobra nadie, ni siquiera Milito con su rodilla.