Sí se puede. Sí se puede hacer política, conseguir que la voluntad popular recibida, luego en forma de propuestas influya en las decisiones públicas y que se convierta en medidas, en algo práctico. Sí se puede. Pero solo si se quiere.

Podemos Extremadura ha rectificado, sí, en toda regla. Sus dirigentes se han pasado dos años leyendo y recitando el argumentario que les mandaban desde la factoría central -ejemplo, la cantinela de la autoría de la deuda-, y no sé si allí, aquí, o en ambos centros pensadores se han percatado por fin de que estaban malgastando un nada despreciable capital político, el de aunque con seis diputados manejar la llave de mayorías en la Asamblea de Extremadura.

Habrán cambiado las ideas, las estrategias, pero también las personas, incluidos los interlocutores directos con la Junta para que alguien se haya dado cuenta de lo que le pasó por ejemplo a Izquierda Unida en la anterior legislatura, que por cierto no tiene problemas para divorcios momentáneos como la plataforma del ferrocarril y la concentración del 18N, a la que decidió no acudir frente al criterio diferente de Podemos.

Del “parecía que estaban en un fuego de campamento”, referido desde la Junta a la actitud negociadora de algunos de Podemos en anteriores presupuestos autonómicos, a alabar desde la misma instancia lo razonable y realistas de las propuestas que, poco a poco, están siendo introducidas en la futura Ley de Presupuestos de la Comunidad Autónoma de Extremadura 2018. Entender las prioridades, hacer política de verdad con planteamientos, para luego flexibilizarlos si no hay más remedio, y convertirlos en medidas reales que lleguen -aparte de las ruedas de prensa- a la vida diaria de los ciudadanos.

Se les pasaba el arroz, las alarmas se habían encendido hace mucho aunque no querían escucharlas, metidos algunos de ellos en esa burbuja mesiánica, alternativista más que alternativa, donde se retroalimentaba la ceguera entre delirios de un sorpasso que nunca se produjo -¿alguna vez fue posible?- bisoñez, y un pleno de adulaciones a los jefes porque, además, algunos ya notaban que la política también es un puesto de trabajo.

Tras dos presupuestos presentando enmienda de totalidad -con la desgracia que de la primera se colgó el PP-, pero sin detallar unas cuentas alternativas, porque no había mucho más armazón que el argumentario, Podemos se lo ha trabajado y por fin está haciendo política, lo cual es bienvenido porque el bagaje de un par de leyes pactadas, aunque importantes, no era suficiente para tanto ímpetu inicial con el regalo recibido de la balanza parlamentaria.

Son unas decenas de millones, en empleo, garantía social, I+D+I para eso que se llama cambiar el modelo productivo, o fortalecer unas energías alternativas por las que la Junta viene apostando ya hace años. No son los casi 200 pretendidos, pero así son las negociaciones, entre otras cosas porque, hay que subrayarlo también, la posición de Podemos es dentro de una trampa ideológico-electoral en la que queda forzado a diferenciarse del socialismo, pero de ninguna manera puede hacerlo poniéndole alfombra azul al PP, que de aquellas pinzas vinieron esas catacumbas adonde volvieron las que las hicieron.

Es necesario y positivo para una región como Extremadura, que solo puede salir adelante recibiendo políticas solidarias a la vez que fomentando, y que no se olvide, la autoayuda de sus ciudadanos, el entendimiento de la izquierda, tenemos muy cerca y como ejemplo el ejecutivo portugués que es la envidia de la izquierda española y un caso único europeo.

Posiblemente haya algún acuerdo más en la negociación de las enmiendas parciales a los Presupuestos, y luego está la esotérica afirmación de la vicepresidenta y consejera de Hacienda, Pilar Blanco-Morales, de que hay entendimiento para futuros “desarrollos normativos”. ¿Estará hablando de la reforma tributaria integral, simplificando impuestos y avanzando en su progresividad, que no ha sido posible por las premuras del calendario político presupuestario? Probablemente.

En cualquier caso cada vez mandan más las estrategias electorales -queda año y medio-, los partidos tienen que diferenciar sus mensajes y a partir del verano que viene ya no será tiempo para ningún tipo de acuerdos, de nadie con nadie.