No van a estar solos. Y lo saben. Las cerca de veinte mil almas que, según las previsiones iniciales, tomarán hoy las calles de Madrid tienen en casi todos los extremeños, incluidos los de la diáspora, el aliento moral suficiente para que sus movilizaciones no se queden en mero periplo reivindicativo. El recorte de ayudas por parte de la Unión Europea, sin que existan planes de reconversión viables hasta el momento, pone hoy en jaque a los manifestantes que acudirán a la cita de la Puerta de Alcalá, pero, lo que es peor, también pone en peligro el futuro socioeconómico de comarcas enteras y al borde del abismo laboral a unas veinte mil familias que dependen de la producción del tabaco.

Mil y una veces se ha dicho y otras tantas que desde estas páginas lo volveremos a repetir. El prurito antitabaco que esgrime ahora el alto funcionariado de Bruselas, en aras de una concienciación sanitaria totalmente justificable, no puede explicar ni servir de ardid para la extinción de la fabricación del tabaco en Europa, cuando son las multinacionales del sector uno de los grandes protagonistas silenciosos de esta que podemos calificar ya de historia negra para los cultivadores extremeños. Ojalá que la de hoy en Madrid no se quede en mera puesta en escena y sea algo más que una manifestación.