TEtxiste una Siberia de verdes paisajes, azules ríos, estrellados cielos, en la que la biodiversidad es extraordinaria y la geodiversidad que la sustenta llama poderosamente la atención. Una comarca habitada por el hombre desde la más remota antigüedad, como atestiguan la gran concentración de espacios de interés arqueológico, con herramientas talladas en piedra, dólmenes, estatuas menhir decoradas, pinturas rupestres que adornan sus abrigos y cuevas, etc. Excepcionales estelas grabadas en piedra que dejaron constancia del carácter guerrero de algunos de sus habitantes, acompañadas de escrituras tartésicas o romanas, lápidas que nos hablan de la antigua ciudad de Lacimurga, y mojones que marcaban la separación de las antiguas provincias Bética y Lusitánica.

Una comarca adornada de restos de antiguos castros o fortalezas, como Lares o Minerva, donde aún resisten plantando cara al tiempo roqueros castillos como el de Herrera o Puebla de Alcocer.

Una comarca que si desapareciera de Extremadura, haría que la vida en nuestra región dejara de ser tal y como la conocemos, porque la Siberia, es el almacén de agua que riega las Vegas Altas y las Vegas Bajas del Guadiana, previene inundaciones, y genera buena parte de la energía que consumimos en esta tierra.

La Siberia es la comarca de la solidaridad, ha inundado la mayor parte de sus ríos y riberas para acumular el agua que enriquecerá las importantes ciudades cercanas de nuestra región, como Don Benito, Villanueva, Miajadas, Mérida, Montijo, Badajoz u Olivenza; produce la energía que mueve las industrias situadas en la mayor parte de estas ciudades, y que, a cambio de tanta generosidad, ha tejido una red inmensa de líneas eléctricas para transportar esa energía, aun a riesgo de provocar la mortandad por electrocución o colisión de muchas de las aves que surcan sus cielos. Las inmensas masas de agua embalsada, han alejado muchos de los pueblos de la comarca, que sufren de carreteras, a menudo inadecuadas, en una Extremadura en la que desde hace tiempo, se apostó por buenas comunicaciones para unir las poblaciones.

XCREO QUE Ax estas alturas de mi escrito, todo el mundo entenderá por qué defiendo que la comarca de La Siberia se escribe con "S" de solidaridad, y que ha llegado el momento de devolver una pequeña parte de lo que La Siberia nos ha dado y va a continuar proporcionándonos en el futuro a Extremadura.

La Siberia es además un nombre sonoro y una marca de extraordinario potencial. La riqueza de sus productos naturales, la exuberante belleza de sus paisajes, la majestuosidad de las grandes aves que vuelan por sus cielos, los conjuntos monumentales conservados en algunos de sus pueblos, y la atalantadora manera de ser de sus gentes, deberían ser claves, de una vez por todas, para el desarrollo de la comarca, para que no continúe perdiendo lo mejor del territorio, sus gentes, condenadas a emigrar a otras ciudades que paradójicamente viven de ella.

Dice la ONG Conservación Internacional en su estrategia de comunicación que: "La Naturaleza no necesita de los seres humanos. Los seres humanos necesitan de la Naturaleza". Salvando la distancia, me atrevería a afirmar que: "Extremadura no puede vivir sin La Siberia", y me pregunto "¿Hasta cuándo podrá La Siberia vivir sin Extremadura?".