WHw oy está prevista la tercera jornada de huelga en la Siderúrgica Balboa en contra del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que ha presentado la empresa y que no cuenta con el beneplácito de los sindicatos CCOO y UGT. Si nos atenemos a los resultados de los dos primeros días de huelga, el segundo de ellos el martes pasado, el seguimiento se prevé nuevamente numeroso, con paralización de la actividad y manifestaciones de la plantilla por Jerez. Y si nadie lo remedia, además, el calendario de protestas que tienen decidido los sindicatos, --que incluye dos horas por turno los primeros cuatro días de la próxima semana y huelga total el viernes--, va camino de cumplirse, con el consiguiente quebranto para la producción y para el clima laboral en la factoría, seriamente deteriorado.

La empresa ha presentado el ERE con argumentos de peso que los avalan: la caída brutal del acero corrugado, que ha pasado de un consumo de 7 millones de toneladas a 2,5, lo cual ha obligado al Grupo Gallardo a cerrar el año pasado una acería y un tren de laminado. Nadie parece discutir que las dificultades de Balboa son incuestionablemente ciertas y que esta empresa, que es el buque insignia de la industria extremeña, ha sido particularmente castigada por la crisis, que se ha cebado --y se sigue cebando-- en el sector de la construcción, para el cual trabaja.

Pero que el Grupo Gallardo tenga razones para presentar el expediente de extinción de contratos no quiere decir que todas sus decisiones para lograrlo y, de paso, resolver el conflicto que se ha originado con el comité de empresa y con los sindicatos, hayan sido acertadas. No ha acertado en modificar las condiciones del ERE a medida que crecía la protesta. La posición de Balboa ha pasado de extinguir el contrato a 237 trabajadores a hacerlo a 151 y, después, a 200, además de un expediente suspensivo rotatorio por seis meses para el resto de la plantilla. Todos estos cambios se han suscitado como respuesta a la posición sindical, en una especie de ´tour de force´, de pulso entre las partes. Actitud que no es la más aconsejable para desbloquear el conflicto, puesto que no son las protestas de los trabajadores, sino la situación de la empresa, la que obliga a tomar unas decisiones u otras.

Rota hasta ahora la posibilidad de acuerdo, le toca a la Junta, cuya actuación prudente en este conflicto a través de la Dirección General de Trabajo es una ventana de esperanza, solucionar una papeleta que resulta difícil, toda vez que tiene que conciliar la viabilidad presente de Balboa con la futura, y hacerlo con el menor daño laboral. Sería muy conveniente, además, que la decisión, para la cual dispone de quince días, la pudiera adoptar en un clima lo más sosegado posible.