Primer ministro de Italia y empresario varias veces procesado por presuntas corrupciones, Silvio Berlusconi (Milán, 29-9-1936) no deja de provocar. Doctor en Derecho por una tesis sobre publicidad galardonada con el premio Manzoni, quizá crea que la verdad está en la propaganda y no en las virtudes de unas personas vistas como productos.

La última de las provocaciones de Berlusconi se refiere a Benito Mussolini, de quien dijo en una entrevista que no se le debe comparar con Sadam porque "no mató a nadie, sino que envió a la gente de vacaciones en confinamientos". Ello, aplicado a quien, junto con Hitler, fue uno de los máximos responsables de la segunda guerra mundial, resulta de un estremecedor cinismo. Hace una década, cuando aún no había fundado el partido Forza Italia que preside y con el que consiguió el poder político que ahora ejerce, Berlusconi ya declaró que prefería el neofascismo del MSI a la izquierda. Así pues, se mantiene consecuente con sus ideas de siempre. Y con su deseo de ignorar, por ejemplo, que estimaciones muy fiables señalan que, durante los 20 años que estuvo en el poder el fascista Mussolini, murieron a causa de sus dictatoriales decisiones hasta un millón de personas entre libios, etíopes, yugoslavos y judíos italianos. Pero, claro, sólo se fueron de vacaciones pagadas a sus respectivos cielos.