WLwa cumbre hispano-lusa, que tuvo lugar ayer en Santiago, será recordada más por la participación en ella de los cuatro presidentes de las autonomías fronterizas --Andalucía, Extremadura, Castilla y León y Galicia--, que por los resultados prácticos. Salvado el hecho de que los grandes asuntos que afectan a Extremadura --sobre todo el del AVE y la línea ferroviaria de mercancías Sines-Badajoz-Puertollano-Madrid--, no van a sufrir retraso respecto a las fechas ya aprobadas en la anterior cumbre de Figueira da Foz entre José Manuel Durao Barroso y José María Aznar , el asunto de mayor enjundia era la presencia en una cumbre internacional, por primera vez, de las comunidades autónomas. Hay que recordar que ésta fue una de las ideas defendidas, hace algunos años ya, por el presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra , quien ayer enfatizó el carácter simbólico de la reunión. Y es verdad que la iniciativa simboliza el reconocimiento del Gobierno de la nación de que las autonomías son parte del Estado. Pero sin minusvalorar el símbolo, la participación de las autonomías en reuniones que tratan asuntos que les afectan debe entenderse como una iniciativa que persigue defender lo mejor posible los intereses de los ciudadanos.