TLta vida es compleja, pero instalarse en la complejidad resulta bastante incómodo, porque exige un planteamiento continuo de opciones, una permanente demanda de análisis y diagnósticos. No es extraño, pues, que la mayoría de los empadronados nos refugiemos en la simplicidad, que a veces deriva en simplismo, porque eso permite un cierto descanso intelectual. De ahí que, cuando surge la polémica sobre algún asunto, el simplismo se enseñoree de las opiniones y cuestiones que requerirían múltiples matizaciones se despachen con veredictos rápidos e iracundos.

No puede ser cierto que todos los gitanos rumanos sean molestos, peligrosos y perjudiciales para la convivencia, pero tampoco me creo que su asentamiento sea recibido con alborozo, que sus campamentos contribuyan a alegrar el paisaje y el paisanaje, y que su subsistencia sea como la de los pajarillos del Evangelio que ni siembran, ni cosechan trigo, pero siempre tienen de qué comer. Tampoco es posible pensar que Sarkozy se levante una mañana, y se diga, que hay que imitar a Hitler , y, puesto que los judíos tienen mucha influencia, lo mejor sea expulsar a los gitanos.

En España viven más de medio millón de gitanos, pero hace tiempo que dejaron la vida trashumante, se han integrado en la sociedad, conservan --algunos-- sus costumbres, y los hay licenciados, y los hay vagos, y los hay honestos y los hay delincuentes, en la misma proporción que entre los payos. Muchos creemos que la solución de Sarkozy es simplista y brutal, pero también es simplista admitir que la creación de núcleos chabolistas de gitanos, alrededor de las ciudades europeas es bueno y haya que aceptarlo en nombre de los Derechos Humanos, porque siguiendo esa línea simplista quien sostenga eso es un estúpido y Sarkozy un fascista, lo cual es tan simplista como injusto.