El pasado día 26 de abril se publicó en el BOE el anuncio para la elaboración del estudio informativo sobre la ubicación e integración de la estación del AVE en Cáceres. El plazo para presentar a la Administración ese estudio es de veinticuatro meses.

Según parece, seis meses antes se habían reunido en Madrid representantes del Ministerio de Fomento, de la Junta de Extremadura y del Ayuntamiento de Cáceres, para analizar "con el suficiente grado de definición y precisión" las alternativas viables para la estación de alta velocidad de Cáceres. Teniendo en cuenta que se nos ha prometido, por activa y pasiva, que el AVE estaría atravesando nuestra región en 2010, no me explico cómo se puede tardar seis meses en publicar ese contrato en el BOE.

Al Ministerio de Fomento hay que disculparle, porque no en balde, está muy ocupado dotando, como Deu manda, a Cataluña de más alta velocidad y más autovías. Tampoco hay que reprocharle nada a la Junta de Extremadura, entretenida en balanzas fiscales, reformas estatutarias y otros asuntos de enorme calado social. Y al Ayuntamiento de Cáceres, de qué se le puede acusar, si su lema es a cada día le basta su propio agobio .

Estas exculpaciones no nos deben eximir de llegar a una serie de conclusiones, relativos a la contratación que nos ocupa. A saber:

XQUE SE VAx a realizar un estudio informativo, es decir, que no se va a ejecutar ninguna obra. Se va a elegir dónde debería estar situada la estación del AVE en Cáceres. Una vez elegida dicha ubicación, habrá que construirla; que si el plazo para elegir dónde va a estar la futura estación del AVE es de veinticuatro meses, y las matemáticas no fallan, hasta el año 2010 no sabremos dónde podría empezar a construirse; que, hasta después de 2010, no se convocarán los concursos de obras para su construcción, lo que, sin duda, hará que nos vayamos, como mínimo, a 2012 para ver, con nuestros propios ojos, la estación; que todos los asistentes a la reunión del día 25 de octubre de 2007 (Ministerio de Fomento, Junta de Extremadura y Ayuntamiento de Cáceres) aceptaron dichos plazos, o lo que es igual, consintieron nuevamente retrasar el desarrollo de Extremadura; que, vista la inexistencia de reacciones públicas, a los agentes sociales, las instituciones, y a la sociedad extremeña en general, les importa un bledo que el AVE se termine en 2010, 2020, o que no venga nunca.

Teniendo en cuenta cómo está la situación económica y la necesidad de obra pública para revitalizarla, uno se pregunta por qué tanto la patronal empresarial, como los sindicatos, no organizan manifestaciones y protestas contra el retraso en una infraestructura que reportaría tantos beneficios a Extremadura.

Tampoco surgen colectivos o plataformas pro-Ave como los que brotaban, cual champiñones, cuando el PP gobernaba en Madrid. ¿Qué habrá sido de esas plataformas? ¿fallecieron de pena porque el PP perdió las elecciones? De todos es sabida la genuina habilidad que tiene el PSOE para escindirse en asociaciones, plataformas y colectivos, cuya finalidad no es otra que, aparentando ser independientes, atacar a los gobiernos del PP. Por eso, la reaparición del PSOE en el Gobierno de la nación provoca en esos grupos el mismo efecto que el sol en los hongos y las setas, los hace desaparecer.

Por supuesto, nadie espera que un gobierno socialista en Extremadura critique lo más mínimo la discriminación a la que el Ministerio de Fomento somete a nuestra tierra. O que lo haga la Asamblea o la Universidad de Extremadura, las diputaciones provinciales o la Fempex, probablemente por su condición de rehenes del poder político.

Pero nunca he entendido demasiado bien la desidia del extremeño a la hora de defender lo que en justicia le corresponde; su despreocupación ante las vejaciones políticas a las que nos someten; su pachorra frente a todo aquello que no le toque directamente vida o hacienda.

Me niego a asumir como cierto que tenemos lo que merecemos y rechazo de plano que nuestros gobernantes, sean del color que sean, aplacen de forma sistemática el futuro de Extremadura. Me duele, en mi tierra, que se rían de Extremadura. Me alarma que a los consentidores de estos desprecios, a los cooperadores necesarios de nuestro déficit de infraestructuras, no se les pase factura en las urnas y se les exijan responsabilidades por sus omisiones.

En fin, siempre sospeché que no tendríamos el AVE en 2010, pero nunca hubiera creído que los extremeños ya no tuviésemos ni agallas para reivindicarlo. ¡Viva la Extremadura feliz! Y el Madrid, que ¿otra vez campeón de liga, no?

*Abogado y portavoz del colectivo de militantes no resignados del PP Extremadura.