Dramaturgo

Este asquito de mundo que nos soporta se ha vuelto de lo más sucedáneo (salvo en temas de misiles y bombas, por desgracia) y desde el comer al folgar todo está descafeinado. Del chorizo sin chorizo, el sexo virtual y el tocino de soja al teatro leído (una modernidad de teatro que se ahorra los montajes) existe una extensa gama de productos sucedáneos que ponen los pelos (sintéticos, naturalmente) de punta. En Badajoz hemos inventado el último grito: Las procesiones sin procesiones. Resulta que en esta Semana Santa ha llovido más de la cuenta y algunas procesiones se han tenido que suspender provocando la natural frustración en aquéllos que llevan meses trabajando. Pero ha habido algunas cofradías que le han puesto buena cara y más ingenio al mal tiempo y han organizado sus desfiles en el interior de los templos, con costaleros meciendo los pasos, con bandas de tambores y cornetas y hasta con el público aplaudiendo las levantás y los movimientos. No es que sean lo mismo, pero matan el gusanillo.

Uno comprende estas cosas pero tiene miedo. Si seguimos descafeinando los eventos corremos el peligro de tener corridas de toros sin toros ni toreros (que cuestan un riñón), unas ferias y fiestas de San Juan sin ferias, ni fiestas, ni san Juan (sobre todo ahora que está un poco largo el real) e incluso plenos municipales sin munícipes. Es verdad que no podía ser de otra manera siendo Badajoz una ciudad que tiene fútbol sin fútbol ni espectadores o paseos domingueros en los que nadie pasea los domingos porque todos estamos en las parcelas.

Y luego dicen que el que inventó la mayonesa sin huevo era un genio de la Naturaleza... Era pacense y de San Roque.