Somos líderes en paro. Así de triste y así de escandaloso. A la vista de los últimos datos de la Encuesta de Población Activa hechos públicos esta semana, y correspondientes al primer trimestre del año, Extremadura no levanta cabeza, un análisis en el que coinciden todos los entes implicados: políticos y agentes sociales representados por sindicatos y patronal. La región ha cerrado marzo con 3.800 nuevos desempleados y se mantiene como la comunidad con la tasa de paro más alta del país: un 29,23%, solo superada en dos décimas por Melilla y a más de diez puntos de la media nacional. Ahora mismo hay en esta región 145.200 personas con ánimo de trabajar que no encuentran un empleo, un aumento del 2,7% respecto a diciembre del año pasado. A ello hay que sumar la caída de la población activa en 2.800 personas y de la ocupación en 6.600, hasta alcanzar los 351.400 trabajadores.

Los datos generan desaliento --en esta región hay una proporción de 2,4 trabajadores por cada parado--, pero si le sumamos que, según el censo de habitantes hecho público también esta semana por Instituto Nacional de Estadística, hemos perdido 8.554 habitantes en el último año, proporcionalmente la segunda comunidad que más habitantes ha descendido en 2016, la fotografía provoca desesperación.

Aquí necesitamos una ayuda de afuera ya. Llevo escuchando las críticas del Gobierno y de la oposición cada trimestre desde hace 25 años y sinceramente: no valen para nada. O nos ponemos todos las pilas y exigimos a quien hay que exigir o seguiremos jugando al gato y al ratón toda la vida mientras observamos cómo se vacía esta región o se queda llena de viejos, funcionarios y poco más.

El PSOE ahora en el gobierno de la Junta tiene toda la responsabilidad y el PP y el resto de partidos políticos de la oposición todo el derecho a ponerle la cara colorada tanto al presidente como a la consejera responsable, pero habrá que decir que el PP gobernó la pasada legislatura y la tasa de paro no es que bajara precisamente sino que incluso subió al 34%. La crisis, la situación del país, la estela dejada por el anterior gobierno, la falta de tiempo para cambiar el modelo... Lo que quieran, pero no se doblegó una tendencia y la situación se mantuvo justo como ahora, al albur de la coyuntura estacional bajando o subiendo varios puntos.

Recuerdo una anécdota de Rodríguez Ibarra pidiendo una ayuda al Estado en la época de Aznar que contaba que llegaron a ofrecerle un circuito de carreras. «Qué caray, mejor una planta de montaje de coches», decía. Y es verdad, una simple planta de montaje de coches como tienen Vigo, Pamplona o Zaragoza sería un revulsivo de primer orden en cualquier punto que se eligiera de esta región. Es verdad que una empresa es muy libre de instalarse donde le dé la gana, pero no es menos cierto que las acciones que se llevan a cabo desde los poderes políticos y las condiciones de las infraestructuras de salida de productos al extranjero influyen, ¿no?

Si hablamos de nuestras conexiones o en concreto del ferrocarril es para echarse a llorar: Llevamos desde 2003 a la espera de un tren no ya veloz sino digno y ahora el arco Mediterráneo se ha confabulado para disponer de un corredor de primer orden desde Murcia hasta la frontera francesa y lo van a conseguir gracias al apoyo del gobierno de Madrid que le ha entrado una prisa terrible. ¿Dónde va a querer instalarse una empresa? Donde haya habitantes y donde pueda desarrollarse gracias a las infraestructuras disponibles. ¿Y Extremadura? A la espera. La pescadilla que se muerde la cola.

En definitiva, que a estas alturas no nos la van a dar con queso. Y habrá que dejarse ya de defender al gobierno de Madrid cuando coincida en signo político con el de aquí o al contrario: ponerle verde cuando se produzca la alternativa. Extremadura está en el vagón de cola y aunque ha avanzado en su etapa autonómica desde 1983, no ha logrado ponerse a la cabeza de casi nada. No se trata de pecar de victimista ni de ser un pedigüeño a Madrid que cada dos por tres llama la atención.

En este caso es una exigencia como territorio de este país que Extremadura requiere de apoyo extra del Estado porque solos nos salimos, ni con reforma laboral ni con apoyos puntuales que no dejan de ser parches. Necesitamos un plan especial, se pongan como se pongan, que contenga dotación económica suficiente. De lo contrario, no habrá nada que hacer. Bueno sí, enredar y seguir esperando como ahora.