Periodista e historiador

Los atentados suicidas antiisraelís sólo favorecen a Sharon y los extremistas que rechazan la Hoja de ruta, epítome del consenso mínimo ilusorio. El primer ministro israelí canceló un viaje a EEUU, donde la derecha religiosa, cuya influencia es exorbitante en la Casa Blanca, exigió enterrar el plan de paz para preservar el sangriento protectorado que anticipa la llegada de los tiempos apocalípticos que deben acabar con tanta tribulación.

Tras imponer un primer ministro palestino y amenazar con desterrar a Arafat, agotados todos los medios militares y de guerra sucia, los lunáticos del martirio avisan de que sólo un presidente de EEUU menos mesiánico o un vuelco imprevisible de la opinión israelí podrían detener la sangría y cambiar una situación sin salida.