Con su inigualado talento para los eufemismos, los nazis hablaban de gleichschaltung («sincronización») para designar las medidas destinadas a eliminar toda voz disidente en la prensa, educación, asociación y sindicatos. Hace unas semanas, las redes sociales se hacían eco de que El País y El Mundo iban encabezados por un titular casi idéntico, culpando al «portazo de Sánchez» de unas probables terceras elecciones.

No es la primera vez, en un panorama mediático cada vez más uniforme. El País, desde que es «global» y le importan más sus intereses en Latinoamérica que lo que pase en España, ya no es lo que era. En su libro Conflicto de visiones, el conservador Thomas Sowell afirmaba que ser de izquierdas o de derechas viene dado, desde muy temprano, por una visión más optimista o más restringida de las posibilidades humanas y a conclusiones parecidas llegaba el progresista George Lakoff, que sostiene que percibimos la política en términos familiares: los partidarios de la mano dura tienden a simpatizar con la derecha, mientras quienes ven al Estado como un padre protector que debe ayudar a sus ciudadanos, votarán a la izquierda.

Por eso, en sociedades dominadas por una religión patriarcal es difícil que arraiguen los partidos progresistas. Pero en Occidente, igual que muchos padres, oscilamos entre las órdenes y la tolerancia de vacaciones, y por regla general, izquierdas y derechas se repartirán por la mitad, poco más o menos. No es el panorama mediático que tenemos, donde los únicos informativos que disuenan un poco del consenso derechista son los de la Sexta y sobre todo El Intermedio del Wyoming. Por desgracia la televisión que pagamos con nuestros impuestos ha sido siempre, no «la de todos», sino la del gobierno, aunque con mayor descaro cuando gobierna el PP. Nada más llegar el poder, se deshicieron de Ana Pastor, a la que meses antes un político conservador proponía desterrar a Canal Sur, y cambiaron en La Noche en 24 horas a Xabier Fortes, un periodista serio, por el tendencioso Sergio Martín, aquél que llamó pro-etarra a Pablo Iglesias y que desde este mes de septiembre dirige Las Mañanas, sustituyendo a María Casado, que hablaba con el mismo respeto a todos los políticos, fueran del PP o de Esquerra Republicana. Martín deja su puesto nocturno en buenas manos, las de Víctor Arribas, cuyo apellido evocador del grito falangista no desentona con su trayectoria, desde Telemadrid a 13TV pasando por la COPE y ABC. Y así, nos siguen «sincronizando», aunque con mayor sutileza que en Turquía o Venezuela.