Me preguntaba hace unos días un amigo que no vive en Madrid si se podía pasear por el centro de la capital con un periódico progresista bajo el brazo sin peligro de ser acosado o insultado por algún energúmeno. Me alarmó su pregunta. Mi amigo es un catedrático dedicado a la investigación, pero sigue la actualidad con interés, lee los periódicos, y de vez en cuando escucha la radio o ve los informativos de la tele. Su lejanía geográfica y su aislamiento científico no justifican de ninguna manera esa idea distorsionada de la realidad, me dije con estupor. ¿Qué imagen estamos proyectando de Madrid?, ¿qué estamos haciendo entre todos? Pero desde que el Gobierno decidió aplicar la prisión atenuada a De Juana Chaos , hemos asistido a una socialización de la crispación. Ya no es solo Madrid. También en Murcia se puede leer en una pancarta España, una y católica o Zapatero, anticristo . Junto a quienes expresaban democráticamente su desacuerdo con el Gobierno, otros ondeaban la bandera de la dictadura aquí y allá. Y algunos políticos o personajes de posición política conocida se han sentido intimidados en plena calle en varias ciudades. ¿Vivimos un rebrote de la extrema derecha? Si lo hay, quiero pensar que no es cuantitativamente relevante. Más bien me parece que siempre estuvo ahí. La diferencia es que ahora se siente estimulada y legitimada para hacerse visible. El problema es que el PP puede ser receptor de su voto en las elecciones, pero no puede andar con ella por la calle. Ni siquiera anecdóticamente. Eso lo saben muy bien los dirigentes populares, que aspiran a gobernar de nuevo. Y, aunque públicamente no se dice, algunos están preocupados. Saben que una imagen se fija mejor en la memoria colectiva que mil argumentos. Dice Rajoy que es una maniobra de distracción. Que mientras se habla de la bandera preconstitucional, no se cuestiona la decisión del Gobierno. Tiene razón. Pero es una distracción inevitable en una democracia. Por eso, muchos en su partido están deseando que marque distancias con quienes expresan su discrepancia situándose al margen de la Constitución.