WEwl anuncio de una reunión entre los socialistas vascos y Batasuna, con el aval de Zapatero , ha desencadenado uno de esos sobresaltos de los que va a estar empedrado el camino hacia el fin de ETA. Solo 24 horas después de mostrar una elogiable prudencia en el debate del estado de la nación, Rajoy amenazó con retirar su apoyo al Gobierno si ese contacto se celebraba, y ayer reiteró la advertencia. Ante la escandalera montada, Zapatero se vio obligado a explicar que en esa reunión el PSE solo iba a recordarle a Batasuna que para participar en el diálogo político debía rechazar la violencia y cumplir con la legalidad, matizó que no iba a haber en ese encuentro ni diálogo ni "negociación política" e insistió en su postura de que la paz debía preceder a la política. Aclaración necesaria porque el día anterior se interpretó que los contactos con ETA y el diálogo político serían paralelos.

Zapatero hace bien en pedir calma, reflexión y perspectiva al PP, pero Rajoy tiene derecho a ser informado de los pasos que se vayan a dar, entre otras razones para que su posición más dialogante --frente a los duros de su partido y a los hooligans mediáticos que le crucifican por no romper-- no sea engullida por el torbellino que algunos aventan.