Profesor

Las listas de los socialistas para la Asamblea podían haberse presentado en 1983, salvo alguna excepción. No se sabe si es que no hay cantera o es que los que están no saben hacer otra cosa, aunque tampoco algunos hayan demostrado saber hacer algo en la vida pública. Se comprueba que el aparato ha decidido tomar las riendas y prescindir de intermediarios y alguna intención tendrá. Probablemente controlar la sucesión, pues su masiva presencia parece indicar que será la última lista que encabece Ibarra y es necesario estar ahí para lo que surja. Esa debe ser la lectura que se desprende de la presencia de Fuentes sobre todo, porque los indicios conducen a pensar que debe ser el albacea.

En ese desembarco se ha producido una descompensación política en perjuicio de Cáceres, pues solamente el peso político de tres pacenses, Ibarra, Fuentes y Fernández Vara, no admite comparación con la lista entera de los cacereños. Y no es que entre los militantes cacereños escaseen quienes pudieran tener peso político, es que lo que impera por aquí desde hace años no son las ideas sino las estrategias; no son los proyectos políticos sino los proyectos personales. Y esa descompensación pagará un alto precio a la hora de la sucesión porque no se les adivina ninguna cualidad que les permita jugar a algo más que a quedarse como están.

Parece que a todo el PSOE le ha entrado el virus de los independientes tras años en los que se huía de ellos. Pero a la hora de elegir independientes es necesario calcular el daño que se causa en los propios militantes. Más allá del nombre y de los valores de la persona elegida, ¿merece la pena pagar un precio tan alto como el desprecio que se hace a las mujeres socialistas que llevan años dejándose la piel por el partido? Porque parece que uno busca fuera lo que piensa que no tiene en casa. O quizás, como en las infidelidades matrimoniales, se trata de la novedad y ni siquiera se ha pensado en nada. Por otro lado, acaso se estén poniendo en peligro los pactos que pudieran ser necesarios para alcanzar algunas alcaldías.

Finalmente obliga a reflexionar la presencia de Fernández Vara. Primera clave: Para ser elegido presidente es necesario ser diputado. Segunda clave: Durante años se han compaginado actas y cargos de consejeros pero un día se decidió que ningún consejero fuera diputado. ¿Conclusión? Puede ser una medida previsora ante una eventualidad que nadie desea o puede ser que la sucesión esté más cercana de lo que se piensa. Es decir, Fernández Vara es designado vicepresidente o continúa en Sanidad, que le permite mayor actuación política y un gran despliegue en los medios y a medio plazo, ¿dos años?, es proclamado presidente y sucesor. Y puesto que ignora los registros que mueven al partido, tiene poca ascendencia en él e Ibarra ya no está en el timón (parece increíble pero resulta inevitable), para eso tenemos al amigo Paco Fuentes que se las sabe todas.

Claro que todo esto puede ser enviado a la basura, pues ya se sabe que los designios de los dioses son inexcrutables.