Desde el agotamiento del socialismo como recambio ideológico universal a los males del capitalismo, acrecentado por el fiasco total de la experiencia comunista, significado con la caída del muro de Berlín, la izquierda europea no acaba de encontrar un modelo de sociedad atrayente que ofrecer a los ciudadanos. Unos ciudadanos que, en su mayoría, viven un periodo de florecimiento económico y de nivel de vida que les impide mirar más allá de lo cotidiano.

La derecha, por seguir con estos esquemas --no por simples, falsos-- está siguiendo otros derroteros. Los más inteligentes, léase Nicolas Sarkozy o Angela Merkel , han recogido algunos de las cuestiones mayores en la actualidad --seguridad, terrorismo, identidad territorial y emigración, principalmente-- y se están afanando por darles respuestas que conciten al menos la tranquilidad de los ciudadanos. Incluso, como en el caso del presidente francés, abriéndose a personalidades no dogmáticas de la izquierda (Bernard Kouchner, Jack Lang ; para suceder a Rodrigo Rato, Dominique Strauss-Khan , etcétera) dejando sin resuello al socialismo francés. Merkel, gobernando con la socialdemocracia alemana, la ha difuminado.

XEN ESPAÑAx las cosas son distintas. Un presidente, José María Aznar , cuyo segundo mandato fue calamitoso, y una derrota no asumida tras el 11 de marzo del 2004, colocando a ETA en el eje de la oposición al Gobierno, están llevando a la derecha española a las antípodas de la europea. Además, lo que creíamos superado, ya antes de la transición, las guerras de religión, vuelven con inquietante acuidad. Un profesor universitario, Rafael Díaz Salazar , en nada proclive a las tesis conservadoras, ha escrito recientemente que "el PSOE es uno de los pocos partidos de la izquierda europea que no tienen una política específica hacia el mundo cristiano y mantienen en su interior como partido --mucho más que como Gobierno-- un laicismo con muy poca sensibilidad por el mundo religioso. Algo que lo diferencia de la izquierda alemana, italiana, británica o sueca... El PCE e IU han abandonado la política hacia el mundo católico que iniciaron en la década de los 70 y mantuvieron en los 80. Ahora tienen el laicismo radical, y a veces antirreligioso, como una de sus principales señas de identidad para diferenciarse del PSOE". (El factor católico en la política española , PPC, Madrid, 2006).

La desafortunada expresión de José Luis Rodríguez Zapatero , referida a la asignatura Educación para la Ciudadanía (último signo y símbolo de esta guerra de religión), de que "ninguna fe se puede imponer a las leyes de la democracia", respondida por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Antonio Cañizares diciendo que "tampoco el laicismo puede estar por encima de la ley", coloca la discusión en ámbitos seudoteológicos que deberían estar fuera de la gestión pública. Como esto siga así, el PSOE puede perder la Moncloa en el 2008 (la marca católico sigue pesando en más de tres de cada cuatro españoles) y la Iglesia católica, con el sector de la jerarquía que lleva la voz cantante avergonzándonos a los católicos de a pie, puede provocar que sus fieles vayan aún más por libre.

El mundo financiero se ha hecho absolutamente autónomo. Hace décadas que dejó de lado toda tutela o referente religioso al divinizar la cuenta de resultados y la maximización de beneficios. La dimensión política apenas tiene incidencia en la financiera. Algún día habrá que empezar a pensar por qué los jóvenes más capaces prefieren hacer carrera en lo financiero y no en lo político, donde, además, están peor pagados y considerados. En fin, la dimensión social sirve apenas para lavar la imagen de no pocas entidades financieras (aunque no de todas, seamos justos).

El terrorismo se está convirtiendo, en todo el mundo occidental, en la gran coartada para el recorte de libertades. Y aquí no se libra nadie. No solo existe Guantánamo. También Gran Bretaña, patria del habeas corpus y que lo ha dejado en suspenso, ¡quién lo iba a decir!, en la era Blair. Un político que pasará a la historia por la modernización de su país, sí, pero también por su implicación en la guerra de Irak y, sobre todo, por la pérdida de derechos en Gran Bretaña para quienes no sean british o tengan pintas de serlo. Añádase recientemente el episodio de la liberación, por dinero, de las enfermeras búlgaras y la venta de un reactor nuclear por Francia a Gadafi, que huele demasiado a precio político al terrorismo. De eso, sabemos algo por estas tierras.

Todo esto, y más que no entra en este espacio, nos muestra una sociedad desbrujulada, encerrada en el día a día, sin proyectos colectivos mas allá de la salvaguardia del bienestar individual de los más listos o afortunados. El mundo necesita un proyecto Tierra, como algunos ya han dicho. Empecemos por el proyecto Europa, pero abriéndonos a Oriente. Creo firmemente en los valores europeos. Creo que somos los que más lejos hemos llegado en la promoción y defensa de los derechos humanos. Pero estamos dejando el alma (y esos derechos) en manos del dinero, de la seguridad, de las prisas, del nivel de vida, perdiendo, a ojos vista, la calidad de vida. Y la dignidad. Oriente nos puede insuflar el alma de la espiritualidad, de la conversación, de la belleza y de la lentitud. Buena falta nos hace.

*Catedrático de Sociología