La felicidad y el equilibrio emocional de las personas está relacionada directamente con la riqueza de su círculo social. Cuanto más rico sea ese entorno de relaciones sociales, más sana y satisfactoria es la vida de una persona y por lo tanto más equilibrada es una sociedad que, al fin y al cabo, se compone de gente como nosotros mismos.

En los últimos años, hemos asistido a ciertos síntomas de enfermedad social que surgen en países que son considerados modélicos en otros aspectos, pero que tienen en el individualismo una de sus banderas.

Estados Unidos, un país armado hasta los dientes, es protagonista de vez en cuando de episodios trágicos protagonizados por personas cuya integración social sería mejorable. Mientras el centro de Europa es, tristemente, un yacimiento de escándalos macabros en los últimos quince años que no tiene parangón con el modelo social mediterráneo; tildado en ocasiones de generar individuos con cierta tendencia y facilidad a relacionarse con los demás. Menos mal.

Creo que sigue siendo una buena idea lo de quedar con los amigos a tomar unas cañas, que en las calles siempre haya gente relacionándose con gente y que nos rebelemos contra esta tendencia a crearnos repúblicas independientes de nosotros mismos. Porque sin los demás... no somos nada... bueno.

Ignacio Caballero Botica **

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