La crisis no ha hecho mella en los programas de solidaridad. Al contrario, las organizaciones no gubernamentales aseguran que se está sosteniendo y que en estos tiempos en que las dificultades económicas que miles de ciudadanos están atravesando por la pérdida de su empleo o por su dificultad para hacer frente a los gastos diarios, está provocando una reacción de mayor compromiso en el resto de los ciudadanos. Muchos desempleados ocupan su tiempo en ayudar a los demás. Cruz Roja de Extremadura cifra en 2.000 los socios nuevos, con el consiguiente aumento de las aportaciones. Algunos socios de Cáritas han duplicado sus cuotas, a la vista de las crecientes necesidades de esta oenegé para amparar a quienes le demandan ayuda. El programa ´vacaciones en paz´, de acogida veraniega de niños saharauis, ha remontado los modestos resultados de años anteriores y vuelve a superar los 300 acogimientos. Y la Junta de Extremadura ha presentado un programa para los próximos cuatro años en los que incrementa las ayudas al Tercer Mundo en un 40%.

De estos datos se deduce que, por fortuna, tiene poco recorrido la idea, tantas veces difundida por otro lado en los foros de internet, de que una de las partidas que hay que recortar en tiempos de crisis es la ayuda al desarrollo, a los más necesitados, en virtud de ese refrán parafraseado según el cual "la solidaridad bien entendida empieza por uno mismo". Solo hay un modo de entender bien la solidaridad, que es el de practicar la entrega. La sociedad extremeño lo está haciendo, lo cual demuestra no solo su espíritu sino su valor cívico.