WUwn mes después de iniciarse las negociaciones entre los productores de tomate y el Ministerio de Agricultura para intentar solucionar la crisis del sector, que afecta sobre todo a Extremadura, el balance no puede ser positivo. Descartadas las ayudas directas, el Gobierno no ha concretado nada ni sobre la rebaja fiscal anunciada ni sobre los créditos blandos que se comprometió a activar. ¿Es posible que el Ministerio de Agricultura no se haya percatado aún de la verdadera dimensión del problema? Las consecuencias de no aplicar el remedio adecuado para este año puede provocar un agujero importante en la economía de las Vegas Altas y Bajas del Guadiana, con unas consecuencias difíciles de predecir.

Descontado que ha sido un error permitir un incremento tan vertiginoso de un cultivo en pocos años en el contexto de una normativa comunitaria muy beligerante con la sobreproducción, ahora es necesario echar un cable a un sector que lo necesita. El del tomate es un sector que ha apostado por la industrialización, la innovación y la competitividad de las explotaciones al que no se le puede dejar tirado ahora. Desde que saltaran hace unos meses las primeras alarmas, ha pasado ya tiempo suficiente para adoptar soluciones, algo que no se ha hecho desgraciadamente.