No puede haber podido pasar inadvertida la campaña por parte del gobierno regional promocionando Extremadura y sus gentes por doquier, en televisión, radio o prensa entre otros. Es más, incluso aeropuertos o estaciones de metro sirven de escaparate al famoso eslogan que aparece en boca de rostros conocidos del cotidiano regional y nacional, y que destacan por su oficio mediático el cual parece contribuir a engrandecer, más si cabe, ese bien traído somos Extremadura .

A decir verdad, nada puede ni debe decirse en contra del siempre loable ejercicio de la promoción cultural y humana de un pueblo. Sin embargo, y más en estos tiempos de sueños rotos, se echa harto en falta a numerosos rostros que, aún careciendo de la popularidad de un escritor o una cantante de renombre, hablan por sí solos de la noble tarea de luchar con acento extremeño el día a día en este período de archimanida crisis.

Hablo de los hombres y mujeres que no tienen un trabajo, de los que, pudiendo gozar de él, se sacrifican anónimamente por los suyos; hablo de los padres, madres y educadores en general que dan hasta el último aliento con el afán de educarnos en la dignidad y la solidaridad. Son los miles de personas que vinieron de fuera para encontrar un presente, somos los jóvenes que cada año nos vemos obligados a emprender un viaje quizás sin retorno fuera de nuestra comunidad en busca de un futuro, o los que dan lo mejor de sí mismos para demostrar que nunca fuimos hogar de tutelas ni apadrinamientos. Somos los que, en definitiva, sabemos que esta tierra es, por mérito propio, mucho más que encinas y buen jamón-

Todos somos anónimos ante los grandes medios, es cierto, pero tenemos la certeza de que, cerca o lejos de esta tierra de conquistadores, nosotros, también, somos Extremadura.

Carlos Gustavo García Gómez **

Barcelona