Historiador

Celebrábamos los socialistas cacereños hace algunos días unas jornadas sobre vivienda. Uno que, precisamente no es experto en estos temas, se vio gratamente sorprendido ante la disertación de los conferenciantes. Nos convencimos sobre la posibilidad de hacer un urbanismo de izquierdas, donde el intervencionismo se comprenda desde la perspectiva de la planificación y la gestión públicas. Y Cáceres puede ser un buen ejemplo.

Recuperar el concepto de proximidad, vinculado a la calidad de vida, permitiría no aceptar la existencia de únicos grandes centros comerciales en determinadas ubicaciones donde todos nos viéramos abocados a desplazarnos para comprar. Donde la sostenibilidad pueda tener una alternativa, que en Cáceres, resultado de un proceso histórico, debe contemplar, como mínimo el medio plazo.

Habría que contar con una visión ordenadora del territorio que requiere continuidad en sus acciones y no vaivenes irregulares premeditados bajo condicionamientos interesados, como la promoción del negocio especulativo impulsado por los gobiernos de la derecha en un marco en el que el objetivo es el control del suelo. Si reforzamos el papel de lo público, por ejemplo asumiendo que los recursos naturales forman parte del patrimonio de todos, o incentivando políticas sociales de vivienda en las que se potencie el alquiler, el acceso a estos bienes por parte de los jóvenes o priorizando por medio de subvenciones (o incluso suelo) público a las rentas más desfavorecidas, conseguiremos evitar que la ciudad escuche de los políticos encantamientos tales como el plan de alta velocidad, que limitándose a unir la mayoría de capitales y al ritmo actual de inversiones, precisaría para su finalización más de 8O años.