Tengo 36 años y soy funcionaria. Desde hace algún tiempo liberada sindical y desde ahora, otra culpable más de la crisis. Superé un proceso selectivo marcado con la premisa de libertad, mérito y capacidad, y me puse a trabajar en un sindicato. No he corrido delante de los grises, no he tirado piedras a las ventanas de la subdelegación de gobierno, ni he quemado ruedas en la calle, pero lidio a diario con directores y gestores de la Administración.

Soy consciente de que hemos heredado lo luchado por nuestros padres y por muchos compañeros trabajadores, sindicalistas y políticos que nos han precedido. De igual manera que soy consciente que no somos los culpables de la crisis, ni los consentidores del sistema. Trabajamos a diario con mucha presión, defendiendo los intereses de los trabajadores, negociamos, velamos por la transparencia de las actuaciones de la Administración- Sin embargo a los ojos de muchos, somos los que tomamos café, paseamos y nunca llegamos a la hora de entrada. Los sindicalistas sufrimos una persecución de descrédito orquestada por unos cuantos que sin duda se benefician de esta situación y que se extiende a la sociedad.

No estoy liberada por trabajar en Cáceres, ni por tener menos trabajo (ahora tengo bastante más) ni por conseguir algo mejor, afortunadamente ya lo tengo. No milito en ningún partido y trabajo para ayudar al trabajador.

Los funcionarios y los sindicalistas no merecemos pagar la situación actual del país con recortes en nuestros salarios, ni menos aún los pensionistas. De la misma manera que no merecemos el descrédito público que estamos sufriendo. Los únicos culpables de la situación son los especuladores y las personas que se han enriquecido endeudando al país, haciéndonos pagar los platos rotos.

Nieves Villar Fresno **

Cáceres