El mismo día que el científico Stephen Hawking aterrizaba en el aeropuerto de Labacolla (A Coruña) con motivo de la entrega, en la ciudad gallega, del Premio Fonseca 2008 de Divulgación Científica, la Xunta de Galicia decidió que 30 ciudadanos de dicha comunidad que, como Hawking, necesitan ayuda para vivir y que hasta ahora formaban parte de un proyecto piloto de asistencia personal, se quedasen en la estacada a partir del 1 de octubre. Acabado el proyecto piloto, la ley de dependencia no se hace cargo del mínimo bienestar de esas 30 personas, que de nuevo tendrán que recluirse en sus casas o residencias sanitarias. El sabio británico, que llegó provisto de un gran soporte tecnológico y un equipo humano que lo atiende continuamente, ha podido desarrollarse como científico, profesor, marido, padre y amigo pese a tener unas condiciones físicas muy precarias. Lo ha hecho no solo gracias a su talento y su gran fuerza de voluntad, sino porque ha contado con un equipo de ayudantes, de asistencia tecnológica y de un entorno adaptado a su situación. Todo ello le ha permitido levantarse de la cama, asearse, alimentarse y realizarse personal y profesionalmente. Solo a partir del momento en que recibió las ayudas que necesitaba pudo divulgar su actividad científica. Está claro que el Stephen Hawking español no es ni será posible mientras el físico y cosmólogo de Oxford sea tratado aquí como un héroe y, en cambio, las administraciones permitan que ciudadanos españoles con necesidades similares tengamos que sobrevivir entre la incertidumbre y la precariedad, impunemente discriminados.

Miriam Enríquez **

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