Los últimos datos sobre siniestralidad en las carreteras son alentadores. En el 2007 murieron en el asfalto 2.742 personas; el año pasado, 2.186, un 20% menos. Tan espectacular descenso se ha basado en una mayor conciencia social sobre los peligros de la conducción, aunque las conductas más cívicas han estado en muchos casos motivadas por el miedo a las cada vez más duras sanciones, administrativas, como la pérdida de puntos del carnet, e incluso penales.

Por eso ahora se requiere un nuevo esfuerzo para mantener la tendencia a la baja de los accidentes. Las medidas que plantean Fomento e Interior de señalar los puntos negros de las carreteras, --en Extremadura una comisión decidirá cuáles se señalan, si bien la DGT tiene detectados siete--, es una medida adecuada que habían solicitado tanto las asociaciones de tráfico como las de víctimas de accidentes. La red de carreteras españolas no puede cambiarse de un día para otro, pero las señales de puntos negros serán un elemento de seguridad y, a la vez, un compromiso para los poderes públicos. Es fundamental la colaboración del Gobierno con otras administraciones --autonómicas y provinciales-- que gestionan muchos kilómetros de carreteras secundarias llenas de peligros.