A estas alturas del juicio sobre el 11-M está muy claro que los escribanos de la verdad subversiva --fabricada para desplazar a la judicial, propuesta en el sumario del juez Del Olmo --, han hecho un soberano ridículo.

Por si quedaban dudas las acabó de despejar el comisario García Castaño , la famosa fuente secreta del entonces director de la Policía, Díaz de Mera . Este funcionario policial, con más de treinta años de servicio en la lucha contra el terrorismo, declaró el martes pasado ante el tribunal del 11-M que "nunca, jamás" le dijo a aquél que ETA tuviera relación, "ni por asomo", con dichos atentados. Esa declaración del comisario es un nuevo y contundente desmentido a quienes, como el propio Aznar , han alimentado el bulo.

"La hipótesis de ETA ya está en el Parlamento y aumenta con el paso del tiempo". Con aquellas declaraciones a Radio Eco de Moscú, el 18 de octubre de 2004, y otras similares, el expresidente del Gobierno le estaba haciendo un mal servicio a su partido y un pésimo favor a su sucesor, Mariano Rajoy .

Mariano Rajoy se percató del riesgo que corría. Pero su indolente lucidez resultó atropellada por la fuerza malsana un consorcio político-mediático incapaz de digerir el castigo electoral del 14-M. Rajoy quiso pero no supo, o no pudo, desengancharse de la doctrina Acebes sobre la sombra de ETA y la teoría de la conspiración , apadrinada por Aznar y sostenida artificialmente por la COPE y El Mundo , cuyo periódico llegó a editorializar "la constatación de que personas muy próximas al PSOE estaban controlando a los individuos que terminaron cometiendo el atentado" (22 de marzo de 2005).

Estos días los dirigentes del PP quieren hacernos creer que nunca relacionaron a ETA con la masacre. O que nunca hubo doble intención en la tesis de que Zapatero había llegado a la Moncloa gracias a un atentado terrorista. Pero han dejado un copioso rastro de pruebas abolidas sin miramiento en la prueba testifical del juicio. Incluida la deposición de los etarras que aprovecharon la ocasión para mofarse de un tribunal que no reconocen. Su presencia ha sido requerida por los pertinaces agitadores de un bulo que, a la postre, va a resultar muy perjudicial para la causa de Mariano Rajoy y del PP.