Hace unos días, el presidente de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC), Luis Berenguer, pidió más libertad de horarios comerciales. Yo esperaba que alguien reclamase más libertad para las personas, pero no, se refería a las empresas, a las mercancías, al tiempo que se dedica al público en tiendas y supermercados. Eso sí, "por el bien de todos", como dijo el señor Berenguer, que añadió que "incrementar la oferta comercial conlleva precios más bajos". Esta es una de las premisas económicas más falsas para los ciudadanos. Solo hay que ver que el incremento de la oferta comercial de suelo en España estos años pasados no ha conllevado precios más bajos, sino todo lo contrario. Afirmó también el responsable de la CNC que "la libertad de horarios genera nuevo empleo", aunque lo que no dijo fue qué tipo de empleo. Si él hablara con los empleados del sector, de grandes cadenas o de pequeños establecimientos, sabría que son gente obligada a trabajar en horarios insanos, con condiciones económicas muy bajas (eso es lo que produce los precios bajos, no se confunda) y con pocas posibilidades de ejercer mínimamente sus derechos laborales. Si Berenguer quiere que bajen los precios, que reclame moderación salarial a los directivos del comercio. Los trabajadores ya la tienen, así que no hace falta pedírsela. El problema de los precios son los beneficios, quién se los lleva y por qué son tan grandes respecto de los costes. Y si la libertad de horarios es por dar facilidades al consumidor, cualquier comercio abre antes y cierra después de que la mayor parte de la gente entre y salga de su trabajo, por lo que no existe tal necesidad.

Felipe Sánchez Gamero **

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