Es triste esta realidad en la que vivimos, porque ha dejado de ser relevante la esencia de las cosas.

Para muchos no importa ya la semilla, solo la cáscara. Lo que bien parece, bien se ve. Pero, ¿y lo que hay debajo? ¿Luce el fondo tan esplendoroso como las vestiduras?

Los niños se dan coces por ver quien anuncia más marcas en sus ropajes, cual marquesinas en movimiento.

Pero, ¿qué hay de los valores? Respeto, solidaridad, esfuerzo, constancia, honradez, sinceridad...

Desgraciadamente, no se les enseña a que se preocupen por esas virtudes del alma. Total, ¡quién se va fijar en las entrañas cuando el físico está tan al aire! Y que no culpen a los maestros, que esto son cosas de casa, de papá y mamá, o de quien quiera que tutele a las criaturas.

Y en la política, ninguna novedad gratificante en el horizonte. Más de lo mismo, y a espuertas. Mucho tiempo de foco y mucha sustancia, pero vaporosa, gaseosa, intangible. Humo y más humo, hasta la asfixia. Del problema del vecino, ni hablar. Tú, yo y aquellos. Yo, me, mí, conmigo. Dimes y diretes. Comedia bufa. Fuegos de artificio. Pressing Catch. Dramatización. Espectáculo. Mentiras. Golpes bajos. Amagos. Combates amañados. Más cáscaras, menos semillas, y ningún jugo. La casa, por barrer.

Y el periodismo, el de verdad, asediado por la ruina del nuevo paradigma. Y el de ahora, sumando clicks a costa de anécdotas, cotilleos, cebos en los titulares e imprecisiones dañinas. Todo vale, porque no se profundiza.

Se lee la negrita, así que carguen tintas y... ¡Fuego!

¿No hay nadie que lea antes de publicar? ¿Nadie que cuestione lo que se pone en circulación? ¿Qué fue del quién, dónde, cuándo, por qué?

Ahora: alguien, algo, en algún momento y lugar, y quién sabe porqué.

Imprecisiones a mansalva. Falta de fuentes. O grifos de fluidos putrefactos en los que jamás se debería abrevar. Y, si se tercia, hasta faltas de ortografía. Porque de las gramaticales, ya ni hablamos...

Y en el fondo de todo, ¿qué? Pues eso mismo: el fondo, inexplorado, virgen, intacto. Porque no hay oxígeno para bucear, ni ganas, ni pulmones que lo aguanten.