Difícilmente podría encontrar un momento más oportuno para escribir este artículo. En estas fechas somos muchas las personas que aspiramos a abandonar ciertos vicios o simplemente insanas costumbres y ponemos empeño en conseguirlo. El éxito de dicha empresa es otra cosa.

Probablemente la estrella de los vicios a desterrar sea el tabaco, y para ello el aspirante a exfumador recurre a todo tipo de estrategias y medidas de apoyo: comenzar el vía crucis sustituyendo los cigarrillos por cigarros puros (a penas tragas humo y fumas menos, aunque hueles peor), ir a visitar a la sabia de Aliseda o a la de Torrejoncillo, que te hacen fumar un cigarrillo tras otro hasta que echas las tripas, cambiar los hábitos, etcétera.

Según el último barómetro del CIS en el año que lleva en vigor la Ley del tabaco han dejado de fumar en España más de 750.000 personas (se ha pasado del 25´8% al 23´7%). A pesar de considerar esos resultados como positivos, aún quedamos un 66´2% que queremos dejarlo y no sabemos cómo conseguirlo y otros que ni se lo plantean; es más, dicen que el tabaco alivia la demencia senil, el parkinson, el alzheimer, la colitis ulcerosa, algunos síntomas de esquizofrenia y no sé cuántas cosas más.

Lo realmente lamentable es que el tabaco mata lenta e inexorablemente y los fumadores somos tan irresponsables que sólo cuando sucede alguna desgracia en nuestro entorno más próximo reaccionamos contra este veneno, aunque ello no signifique que lo vayamos a abandonar. Decía don Ramón Gómez de la Serna en una de sus greguerías fumatorias que los cigarros son los dedos del tiempo que se convierten en ceniza. Otros menos alarmistas se conforman con comparar el beso a un fumador en la boca con lamer un cenicero lleno de colillas.

XME DECIAx el otro día un médico amigo, mientras echábamos una partida de dominó y me fumaba un Don Julián del 5, que cuando das una chupada a un cigarrillo absorbes una cierta cantidad de alquitrán, de nicotina, de bencenos, de ácidos, de alcaloides, de amoníaco, de plomo, de butano, de radón, de polonio radiactivo, etcétera- y que la gente piensa que lo peor que puede acarrear el tabaco es el cáncer de pulmón, sin embargo existen otras enfermedades derivadas de este veneno que no son menos graves aunque sí más lentas y que te van desgastando poco a poco hasta acabar contigo: enfisema pulmonar, arterioesclerosis, infarto cerebral, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), etcétera. Ni que decir tiene que ese puro me sentó fatal, aunque ello no ha impedido que haya seguido fumando algunos otros en momentos puntuales.

Quienes hemos dejado el tabaco años y hemos vuelto y hemos vuelto a dejarlo y a cogerlo, sabemos que fumar es de género tonto, pues pagas por hacerte daño, pero empiezas coqueteando con él y acabas en sus garras.

Como millones de españoles he prometido dejarlo el día de año nuevo y confío en conseguirlo. Por lo pronto ya estoy notando los efectos positivos: a las dos horas disminuye el nivel de nicotina en sangre, a las seis horas se normaliza la tensión arterial, a las 24 horas la sangre trabaja llevando el oxígeno con normalidad, a los dos días comienzas a recuperar el olfato y el gusto, a los seis días comienzan a desprenderse las flemas de los pulmones, a los tres meses se produce la descongestión pulmonar y la normalización de las funciones sexuales, al año se reduce a la mitad el riesgo de muerte súbita, a los tres años disminuye el riesgo de cáncer, a los cinco años el riesgo de ataque cardíaco es el mismo que el de un no fumador y a partir de los diez años puedes decir que eres exfumador. La aspiración de millones de españoles (y la mía) es llegar a ese momento. Yo por lo pronto ya he colocado la primera piedra.

*Presidente autonómicode CSI-CSIF Extremadura