XLxa Europa que hoy conocemos tiene muy pocas similitudes con la Europa que puso en marcha la Política Agraria Comunitaria hace ya cuatro décadas. Por fortuna, han cambiado muchas cosas desde aquellos tiempos de posguerra, de recelos, de guerra fría y también de temor a la escasez alimentaria o, al menos, a la falta de ciertos alimentos básicos. La Europa de hoy tiene poco parecido con la Europa que hace poco más de cuatro décadas puso en marcha la PAC y parece lógico que se hayan ido poniendo en marcha una serie de reformas comunitarias para adaptarse a los nuevos tiempos. Diversas reformas de la PAC se han hecho en estos últimos años, pero ninguna tan radical, ninguna tan sorprendente como esta última que ha recibido el nombre de reforma intermedia de la PAC y que en realidad ha sido una contrarreforma en toda regla.

A un austríaco de barba gris, al eurocomisario Franz Fischler, le ha tocado la china de pasar a la historia como el comisario agrícola que aprobó esta reforma de la PAC, que ha llevado al campo conceptos como la desvinculación de las ayudas, esto es, pagar por no producir. Pero tampoco podemos olvidar que esa reforma de la PAC ha recibido también el visto bueno de los ministros europeos de Agricultura. Es lógico que un responsable agrario de Alemania, Austria o cualquier otro país centroeuropeo diga que sí a esta reciente reforma, pero hay que darle muchas vueltas a la cabeza para llegar a entender por qué el ministro español Arias Cañete aceptó una reforma de la PAC que desvincula las ayudas de la producción para ligarlas a otros criterios mucho más inseguros.

Esa reforma de la PAC ya está hecha, se hizo el verano pasado, pero es ahora cuando empezamos a ver su aplicación concreta a través de las modificaciones que se están introduciendo en diversos cultivos, como los del tabaco y el aceite, que son las primeras producciones extremeñas que pueden verse seriamente afectadas por estas reformas.

Ambas reformas iban a ser debatidas en un Consejo de Ministros celebrado en Bruselas a finales de marzo, pero los resultados electorales del 14-M y las amplias divergencias que existen entre los países en torno a esta reforma aplazaron el debate hasta el próximo día 19 en Luxemburgo.

Aún no sabemos si el próximo día 19 de abril habrá tomado posesión de su cargo el nuevo ministro socialista español o si será todavía un ministro en funciones la persona que fije la posición española en las reforma del aceite y del tabaco. En la anunciada reforma del aceite hay una postura recomendada por la Comisión Europea que puede ser interesante para todo el olivar extremeño y español, siempre que se aumente la dotación global que recibe nuestro país. En esas condiciones el representante español podría dar luz verde a reforma de la OCM del aceite.

Pero con respecto al tabaco, la situación es bien diferente. Hay una divergencia total entre la postura que han adoptado instituciones como el Parlamento Europeo, el Consejo Económico y Social, la Mesa del Tabaco de Extremadura y, en la posición contraria, la Comisión Europea.

En esas circunstancias, parece lógico pedir un aplazamiento en la reforma de la OCM del tabaco. Ese plazo de espera, que pudiera prolongarse dos o tres años, nos permitiría a todos pensar, hablar, reflexionar y aprobar esta reforma en Bruselas con unos ministros asentados en su responsabilidad y con unos europarlamentarios más pendientes de las reformas agrarias que de las inminentes elecciones europeas.

Y por estas razones vamos a pedir al ministro español de Agricultura que traslade a Bruselas nuestra petición de aplazamiento. En otras palabras, que dejen en paz al tabaco hasta que alguien ofrezca una alternativa seria y razonable a las miles de familias que trabajan y viven de este cultivo.

*Consejero de Agricultura y

Medio Ambiente