Médico

En esta fecha, cuando se celebra el Día Mundial sin Tabaco, se me viene a la memoria el largo tiempo transcurrido desde que el Ministerio de Sanidad puso en marcha el lema que encabeza el presente artículo y que ahora están de tanta actualidad. Han pasado nada mas y nada menos que 21 años.

Recuerdo que allá por 1982, el que esto escribe elaboró una serie de diapositivas y ni corto ni perezoso se dedicó a impartir en colegios, asociaciones o semanas culturales los perjuicios que tenía el consumo del tabaco. Curiosamente, en una localidad me regalaron, tras la charla, un bonito cenicero grabado como recuerdo.

Han pasado los años, se han dictado prohibiciones de consumo en lugares públicos, se han puesto de manifiesto posturas antitabaco por parte de la sociedad, pero pienso que la incoherencia es patente.

Veamos: comenzando por mí, algunos pueden decir el rostro que tengo cuando me ven fumar puros y me atrevo a escribir sobre el asunto. Siendo sincero, he de decir que no me trago el humo y puedo permitirme fumar hoy y no probarlo en mucho tiempo; como se dice, no hay adicción. A veces, en plan jocoso, puedo decir que compro por colaborar con el estanquero. Los productores consideran que sus cultivos se encuentran amenazados e intentan producir tabaco ecológico. Siguen produciendo en mayor o menor medida y variedades, según la ley de la oferta y la demanda y sobre la base de los dictados de Bruselas, procurando no llamar la atención y seguir con las subvenciones.

Estas subvenciones son de los gobiernos de turno, regionales o nacionales, que a su vez dictan leyes y normas contra el uso, consumo, venta, publicidad, etcétera, y cuyos representantes políticos votan de forma distinta según los foros donde se encuentren. ¡Será cuestión de votos¡ y de ¡presupuestos¡

Otros, incluso, se atreven a plantear demandas a las grandes tabaqueras, en compensación por los costes sanitarios que conlleva su consumo o a incluir el hecho de ser fumador en los historiales clínicos. Yo creía que este dato, como factor de riesgo, ya se incluía; salvo que la nueva intención tenga otras connotaciones, que hagan recordar el programa restrictivo de asistencia sanitaria en la cardiopatía isquémica de la "Dama de Hierro".

Mientras tanto, los neumólogos cambian cigarrillos por bombones. ¿Algo tendrán que decir los especialistas en nutrición? En los hospitales no se cumple la prohibición de forma rigurosa, claro que en El Corte Inglés no veremos a alguien fumar, salvo en el sitio indicado para ello.

En definitiva, un sinfín de incongruencias que quitan credibilidad a cualquier planteamiento; aunque, querido lector, permítame que le aconseje no fumar.