WCwuando la sociedad española estaba inmersa en el debate sobre los efectos de la ley que prohíbe fumar en los centros de trabajo, llegan buenas noticias sobre el tabaco: la compra de Agroexpansión y World Wide Tobacco España por parte de Manuel Bermejo y Vicente Sánchez. Estas dos empresas habían anunciado su retirada de la actividad a principios de diciembre. Con esa decisión habían contribuido a pintar con trazos sombríos el ya complicado horizonte del futuro del sector, empezando con la destrucción de 120 puestos de trabajo directos en Malpartida de Plasencia y Talayuela y otros 235 en Benavente (Zamora). Ahora, sin embargo, la luz vuelve a aparecer en un sector tan baqueteado. Y es que la operación de compra de las dos empresas por parte de estos dos empresarios son alentadoras. No es la panacea; no resuelven, por sí misma, el incierto porvenir del cultivo, porque está fuera de su alcance, pero la decisión tomada por estos dos industriales hay que saludarla y apoyarla, por cuanto es un mensaje de confianza en un sector que, atemorizado por el fin en el 2010 de las ayudas europeas --representan nada menos que el 85% de los ingresos del productor--, creyó ver en el cierre de Agroexpansión y World Wide Tobacco España un paso más en el lento proceso de desaparición del cultivo. Ahora los agricultores pueden interpretar esta operación de compra como una apuesta por levantar el vuelo. Alguien cree, y arriesga su dinero por ello, en el futuro del tabaco: ese mensaje ya es, en sí mismo, un motivo de satisfacción.

Pero las alarmas no se apagan en otro sector clave de la agricultura extremeña: el del tomate. Ayer, representantes de los productores mostraron su temor por el futuro del "oro rojo", en los mismos términos en que lo manifestaron el pasado mes de diciembre en este periódico: si no se negocia un nuevo sistema de ayudas europeas este año, no resultará rentable cultivar tomate a partir del 2007 porque entre este año y el siguiente las ayudas se reducirán dos tercios. Extremadura, como productora de tomate, es víctima de su propio éxito: aquí se transforman dos millones de kilos de tomate de los 2,7 que se transforman en el conjunto de España, mientras el cupo subvencionable por la Unión Europea es de sólo 1,2 millones de kilos. El problema es que mientras Bruselas penaliza la sobreproducción extremeña hay otros países --ayer los productores pusieron el ejemplo de Italia-- en que no aprovechan todo el cupo que tienen. Es necesario, por tanto, que una negociación política establezca los cupos con racionalidad y mantenga el nivel de las ayudas. Para ello, los cooperativistas y las organizaciones agrarias pidieron ayer ayuda a la Junta. Es una petición muy pertinente: la importancia económica y social del tomate es incuestionable: de él dependen no sólo las 3.000 familias que lo producen, sino miles de trabajadores (un millón de jornales dio el año pasado), 14 industrias transformadoras y buena parte del tejido productivo de muchas poblaciones de las Vegas del Guadiana.