Esta semana de silencio consentido en que hemos asistido a la disolución de ETA, hablo con Julio Llamazares sobre la memoria. Y leo a Muñoz Molina, que incita a la sociedad civil al recuerdo.

Qué es acaso la memoria sino una gran mentira. El tiempo es una lluvia paciente y amarilla que apaga poco a poco los fuegos más violentos, pero hay hogueras que arden bajo la tierra, grietas de la memoria tan secas y profundas que ni siquiera el diluvio de la muerte bastaría para borrarlas.

Esto escribe Llamazares, en La lluvia amarilla, un elogio de la sociedad rural que estamos perdiendo, un canto contra la soledad y el olvido, aventura casi imposible en este país voluntariamente desmemoriado.

Recordar y olvidar no son actos voluntarios, ya quisiéramos, afirma el autor, con su voz profunda y pausada. Todo vuelve, hasta aquello que querríamos no tener presente nunca.

Sobre el recuerdo escribe también Muñoz Molina. No quiere borrar de su mente quiénes fueron los que de verdad se opusieron a ETA. Y quiénes la apoyaron en aquellos años tan largos del terror, en que lo normal eran las dianas y los tiros en la nuca. O matar a una madre delante de su hijo.

Ahora las víctimas hablan delante de los alumnos y se espantan de que muchos no sepan de qué va esta historia. Para otros, casi es ficción o espejismo de un tiempo ya pasado.

La memoria del sufrimiento es caprichosa e incómoda. Las víctimas molestan con su testimonio.

Las viudas, los huérfanos, las madres que perdieron hijos jóvenes y aún andan preguntándose por qué.

De aquí a unos años tendremos que escuchar que todos alzaron la voz cuando en verdad solo la levantaron unos pocos. Y algunos pagaron con su vida. Otros, con el destierro o el ostracismo social.

Puede que la memoria sea una gran mentira, pero yo también elijo recordar. Al menos intentar que nada se olvide. No permitir que se aleje aquella charla en Galdácano con el concejal que hablaba de normalidad, y luego se dio la vuelta para salir con sus escoltas.

Todo eso que forma parte de mi memoria. Los titulares con los muertos. Las bombas. La muerte de Miguel Ángel Blanco. Tantos nombres. Tanto sufrimiento. Tanto dolor para nada.