Filólogo

No había sacado la cabeza y ya estaba bautizada: tecnócratas, es una lista de tecnócratas. Y los socialistas siempre han sido más ideólogos, sentenció el oráculo nacionalverticalista gobernante. Desde entonces, la duda de las reencarnaciones se ha aposentado en mi dubitativa alma electoral: ¿Vuelven acaso los tecnócratas del Opus? Había que aclarar la cosa, así que tiré de teléfono:

--Carmen Heras, que eres una chamarilera de las esencias, que no llevas más que tecnócratas: arquitectos, profesores, interventores, y has dejado al proletariado partidista como Fernando León de Aranoa, al sol; y que tengo el voto dubitativo si no me aclaras quién se hace con el Carnaval, la feria, el Womad, Aldea Moret y lo social, que no veo a un tecnócrata en eso.

--La lista es un proyecto socialista para Cáceres y no hay que confundir lo esencial con lo adjetivo y aquí lo esencial es el socialismo y lo adjetivo la tecnocracia, y nadie ha dicho que se excluyan, antes bien ambos han de estar en la calle y en la cátedra, en la universidad y en la administración, que no son patrimonio de la derecha, como se habían creído, y además ya está bien de pana y subsidiados. En eso estamos y ese es el plan.

--¡Jodo! Apagué el móvil, me fui a un rincón a reflexionar sobre la vuelta de las reencarnaciones, la esencia y la existencia de los nuevos socialistas y a aclararme de si es la izquierda la que quiere pasar a la derecha por la derecha o es ésta la que pretende adelantar a la izquierda por la izquierda.

Antes el esquema era simple, sectorizado: la derechona y los progresistas, pero ahora los ejecutivos desideologizados, se ponen de tecnócratas, que queda más sublime y más confuso y achica el campo.

Ya sé por qué el concejal nacionalverticalista se apresuró a bautizar la lista socialista al Ayuntamiento de Cáceres de tecnócratas: se meten en su terreno, y temen que se les metan en el mismísimo ayuntamiento.