Hace unos días leíamos con detenimiento la noticia que este mismo diario publicaba sobre la problemática que sufren determinados municipios de Extremadura con respecto a la cobertura de las líneas de telefonía móvil, todos ellos ubicados en zonas rurales, y a mucha distancia de otros núcleos de población, pertenecientes a la misma comunidad autónoma, en los que la situación es bastante más favorable.

Aunque pueda parecer un problema menor --pues alguien puede pensar que lo importante es la telefonía fija y que en este aspecto la cobertura es total-- la discriminación que se realiza con la población rural desde el punto de vista de la tecnología forma parte del amplio catálogo de desequilibrios que sufrimos los que vivimos en estas zonas, donde existe un claro déficit en acceso a redes cibernéticas, señales de televisión y radio, y otras muchas que quienes lo padecen conocen de sobra. Toda una gama de distinciones que nos hacen si cabe --y permítanme la expresión-- más ruralitas. Eso sí, a la hora de contribuir con los organismos de recaudación oficiales, no tienen en cuenta este tipo de situaciones, y lo mismo da que usted viva en Mérida o que lo haga en Cabañas del Castillo, al final todos somos iguales a la hora de pagar.

Realmente, el proceso de acercamiento que resulta necesario, entre lo rural y lo urbano, parece al menos desde el punto de vista político, haber despertado esa inquietud y conciencia necesaria. Ahora bien, la cuestión es más bien un problema de tiempos y de prioridades. De tiempo porque en el mundo globalizado en el que vivimos el tiempo es un factor determinante, sobre todo para zonas inmersas en procesos de regresión poblacional, más o menos normalizados, como los que sufre el medio rural. Y de prioridades, porque es importante tomar conciencia social de hacia dónde queremos ir y cómo queremos configurar el futuro de nuestra tierra. ¿Se está dispuesto a mantener e incrementar la actividad económica en las zonas rurales, y con ello permitir también un crecimiento de la población y posibilitar oportunidades a los colectivos más desfavorables? Si es así, se ha de empezar a pensar en que cueste lo que cueste, todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y obligaciones y deben recibir los mismos servicios, públicos o privados, independientemente del lugar geográfico donde, por su propia voluntad o por otras circunstancias, han decidido vivir.

*Técnico en Desarrollo Rural