Filólogo

Telefónica se resiste a instalar líneas de alta velocidad en la zona norte de la provincia cacereña, dejando, entre otras, las comarcas del Valle del Jerte y La Vera marginadas de todo proyecto de futuro en las comunicaciones y por tanto, de todo progreso económico.

Ahora que hay una confluencia de intenciones para darle el acelerón a la economía del norte de la provincia cacereña; que las cooperativas de la zona van con el aliento fuera por el esfuerzo para ponerse al día, invirtiendo en maquinaria que afine la selección del producto; que tras una ardua y dura labor, se ha cambiado la mentalidad de nuestros agricultores respecto a un árbol más idóneo, a un cultivo más práctico, a una recogida más cómoda y a una salida más urgente; ahora incluso que la Junta de Extremadura facilita medios para incorporarse a las nuevas tecnologías y que va a trazar nuevas carreteras para buscar salidas estratégicas y llegar antes a los puntos de venta; ahora, en fin, que la masa productora ha asimilado la necesidad del potencial tecnológico, como primer gaje para el despegue, Telefónica trunca con su mísera negativa cualquier intento de crecimiento y desarrollo.

Con Telefónica tenemos desencuentros desde que perdió los papeles en los entramados mediáticos y se dedicó a prestaciones partidistas, reparto de stock options y tapadas corrupciones que en poco aflorarán. Entonces perdió toda referencia solidaria y, como ha demostrado repetidamente, todo apoyo al mundo rural.

El efecto social de este estado de cosas no sólo es el cabreo y la impotencia, sino el futuro relativamente dudoso que nos dibujan. Por eso la insistente reclamación ha de hacer recapacitar a Telefónica para que aporte esta tecnología y facilite nuestro despegue. Es el momento de hacer ver que esta tierra no está cómoda con el esquema ancestral de la gente pasiva ni se resiste a ser una población subvencionada ni "detenida".