El partido de Albert Rivera, Ciudadanos, presentará para debatir en el Parlamento una proposición no de ley pretendiendo que las pseudociencias como él llama a, por ejemplo, la acupuntura, la homeopatía, etcétera, sean marginadas porque pueden tener efectos perniciosos en la salud del paciente.

Como presenta la proposición se desprende su servidumbre a la medicina convencional y universitaria y a la industria farmacéutica, cuando ambas están presenciando que los pacientes están perdiendo la fe en ellas, al constatar por sí mismos que, de la mera lectura del prospecto de un fármaco prescrito, se pueden derivar mil peligrosas alteraciones desequilibrantes y debilitantes para el organismo humano.

El poco imaginativo Rivera debería proponer en el Parlamento que, dado que la práctica médica se ha empobrecido tanto llevada por un espíritu burocrático y forense más que humanista y donde el paciente ya casi no cuenta porque ni se le escucha lo suficiente, lo cual es la base de un buen diagnóstico, lo que debería proponer, decíamos, es que se implante de forma urgente una formación somática, tanto en la escuela (miren el ranking de obesidad infantil en España) como en otros periodos de la vida, ya que la ausencia de esa cultura somática generalizada está propiciando los comas etílicos de nuestros «ignorantes» jóvenes y muy diversas patologías en sus también «ignorantes» mayores, porque nadie les enseña a cuidarse, si no con vagos consejos, lo que nos priva del verdadero derecho a la salud y nos hace más dependientes de la ciencia.

Más imaginación y menos pose en sus propuestas, señor Rivera, porque la «fuga» de la medicina universitaria (excepto en los ámbitos de la cirugía, de la aparatología clínica y de muchas especialidades médicas que la gente sabe valorar), no se ha producido por las medicinas naturales.