Después de dos intentos fallidos, en los que el concurso público quedó desierto por falta de aspirantes, el Ayuntamiento de Cáceres licitó de nuevo los locales del mercado de ronda del Carmen, cuya remodelación nos costó a los contribuyentes la bonita suma de un millón de euros. Como suele pasar, se gasta sin reparo el dinero público y luego casi se regala a los empresarios: del alquiler anual global de 19.000 euros de la primera convocatoria se bajó a 8.400 en la segunda, y ahora se pide, casi de rodillas, que paguen por favor un alquiler anual de unos mil euros por local. Y no debe haber de momento mucha demanda, pues han ampliado el plazo.

Se trataba de otro de los proyectos grandilocuentes y engañabobos con los que la actual alcaldesa ganó las elecciones. Igual que otras ocurrencias megalómanas (la Ciudad del Pádel, aeropuerto de Cáceres, abrir un Corte Inglés en plena crisis), no es precisamente el éxito lo que acompaña sus propósitos.

Algunos, por su nivel adquisitivo, no se dan cuenta de la ciudad en la que viven y así, se les hacen los ojos chiribitas imaginando «algo parecido al mercado de San Antón», en una calle de Cáceres que, para colmo, no está en su bello centro histórico sino en una calle lateral, más bien fea y depauperada, y donde encontrar aparcamiento puede ser un calvario.

Despierten, ilustrísima y señorías, Cáceres no es Madrid, sino una ciudad pequeña y envejecida, con casi un 20% de paro y donde quienes trabajan, salvo los funcionarios y cuatro ricos, a duras penas llega a fin de mes, por lo que la oferta de ocio actual basta y sobra para sus necesidades.

En lugares más atractivos de esta ciudad hay locales enormes que llevan muchos años sin que nadie quiera alquilarlos, ¿realmente pensaban que iban a abalanzarse sobre la ronda del Carmen?

El actual consistorio no tiene otro plan para Cáceres que fomentar el turismo, y ni eso le sale bien, pues en un año en el que Extremadura batió su récord de turistas, nuestra ciudad los perdió respecto al anterior. Pero la capital de la segunda provincia más extensa de España, provincia que además pierde población a chorros, no puede basarse en el turismo de lo histórico como si fuera Trujillo, que de hecho ha compatibilizado la preservación de su casco antiguo con el potenciamiento de la industria agroalimentaria. Aquí el turismo deja poco dinero y a poca gente aparte de a los propietarios de los hoteles, que no van a ampliar plantilla y si lo hacen no será contratando de recepcionista a fulanita que sabe cinco idiomas, sino a menganita que es hija de un primo o un amigo.

Pero a todo esto, ¿por qué tienen que gastar un millón de euros de todos nosotros en un proyecto cuya viabilidad no estaba garantizada? Si les sobra el dinero y no saben qué hacer con él, que bajen los impuestos, o que los devuelvan a la población que más lo necesita.

En una ciudad (y provincia) que necesita renovarse como el comer, podrían, por ejemplo, dar un «cheque bebé» de tres mil euros, a lo Rodríguez Zapatero, para cada pareja empadronada en Cáceres que tuviera un hijo. Por el coste de ese «proyecto estrellado» del Mercado del Carmen, se podría beneficiar a más de trescientas familias y ayudar al nacimiento de otros tantos cacereños.

¿Medida populista? Medida que revertiría en el bien de todos, no como las promesas grandilocuentes que se quedan en nada, y la gente igual de pobre.