WLw a unanimidad de todos los partidos y colectivos sociales en la condena del atentado perpetrado el pasado sábado por el IRA Auténtico en una base militar próxima a Belfast, que costó la vida a dos soldados, es la mejor garantía de que el golpe de mano que se ha intentado con estos asesinatos no retrasará, como en otras circunstancias pudiera temerse, 10 años el reloj político en Irlanda del Norte. Todos los dirigentes católicos del Ulster, empezando por Gerry Adams, líder del Sinn Féin, en otro tiempo brazo político del IRA, han rechazado la posibilidad de una vuelta a la violencia, y católicos y protestantes han coincidido en que el regreso hipotético del Ejército a la calle sería desastroso para afianzar el proceso de paz. De igual forma, han coincidido en que las discrepancias que habitualmente encallan la labor del Gobierno autónomo de la provincia, que comparten unionistas y republicanos, provee de munición a los intransigentes.

Algunas de estas discrepancias --transferencias al Gobierno norirlandés en materia de policía y justicia; presencia en la provincia de agentes del MI5, los servicios secretos británicos, especializados en la lucha antiterrorista-- son de enorme calado y revelan que la autonomía está lejos de haberse consolidado. Ponen incluso de manifiesto que se mantiene intacta la desconfianza católica y el deseo protestante de hacer lo más visible posible la tutela de Londres. Porque para el Partido Unionista Democrático, que recoge el grueso del voto protestante, la autonomía es una estación de llegada, mientras que para los católicos, no es más que un lugar de paso camino de la definitiva incorporación a la República de Irlanda.

Es esta una realidad política que debilita el proceso, alienta los extremismos y pone en evidencia las contradicciones en el campo católico, donde el posibilismo de Adams llevó al IRA a renunciar a las armas, pero donde pervive, aunque muy atenuado, un sentimiento de agravio. Las informaciones recogidas durante el último año por el espionaje británico acerca de atentados en preparación dejan escaso lugar para las dudas a esos temores.

La otra realidad ineludible es la ineficacia del Gobierno del Ulster, permanentemente bloqueado por las desavenencias entre católicos y protestantes. Mientras la crisis económica castiga a la provincia y retrae las inversiones, el bizantinismo se adueña con demasiada frecuencia de las discusiones y aleja a la población de sus dirigentes. Una situación que si es indeseable en cualquier lugar, lo es mucho más en Irlanda del Norte, donde la complicidad de la población con el proceso de paz, promovido por los partidos, ha sido fundamental para acabar con el terrorismo.