Cuando falta apenas una semana para que se haga pública la sentencia del juicio de los atentados del 11-M, el terrorismo islamista sigue instalado en nuestro país. Provoca escalofríos saber que los seis detenidos en Burgos formaban un grupo cohesionado y organizado. Solo en lo que va de año cuarenta y cuatro personas han sido detenidas por esta causa. En casi todos los casos se dedicaban a captar muyahidines para enviarlos a Irak y Afganistán. Pero no solo a eso, habían creado una red de ayuda a sus colegas presos en las cárceles españolas a quienes facilitaban dinero y apoyo doctrinal por si fallaba la fe en prisión; además de ayudar a huir a los prófugos que acababan muriendo en atentados de Al Qaeda.

Uno de los datos preocupantes es que, además de los de Burgos, se han producido detenciones en Madrid, Cataluña, Málaga, Aranjuez. Es decir, en todos lados. De su cohesión da cuenta lo ocurrido en la sala de la Audiencia Nacional donde se celebraba la vista contra los acusados de la operación Nova , también conocidos como la célula de Topas . A un gesto de su líder escenificaron un amago de motín, cortado de raíz por el juez; después de declararse "inocentes drogadictos" y negar que se conocieran entre ellos. Los últimos, los de Burgos, trabajaban básicamente a través de internet y su detención ha sido posible gracias a la unidad de la Guardia Civil dedicada a la persecución de los delitos en la red. Porque se da la paradoja que para hacer apología y captación de la Guerra Santa , un invento de hace más de mil años, se utilice la tecnología del siglo XXI. ¡Tan retrógrados para unas cosas y tan modernos para otras! Sería hilarante, si no estuviéramos hablando de terrorismo, que se pueda reivindicar la reconquista de el Al Andalus por e-mail. Pero parece que la apología con palomas mensajeras resulta menos eficaz.

Todas estas detenciones y procesos, además de preocupación, nos deben llevar al ánimo la certeza de la intensidad con la que las Fuerzas de Seguridad investigan este tipo de terrorismo tan asesino como todos los demás, como se demostró en Madrid el trágico 11 de marzo de 2004. Y para tener cuidado y no contribuir al incremento de sentimientos xenófobos contra los inmigrantes marroquíes, que no tienen la culpa de que entre los suyos haya fanáticos asesinos como en cualquier otro colectivo.