TUtna vez más la banda terrorista ha dejado huella de su barbarie criminal. Una vez más estos terroristas quieren negociar con sangre su más cruel demanda: ser libres a costa de la vida de los demás. Esta sociedad debe y puede con estos criminales; eso sí, hay que ser absolutamente intolerantes hacia ellos y hacia todos aquéllos que pretenden utilizar la vida humana como instrumento de canje. Duele sin duda cuando matan. Socavan la moral de esta sociedad, que puede y debe rechazar a los terroristas y a todos aquéllos que planean ideas bajo la coacción de la muerte. Nuevamente la organización criminal ha mostrado su credencial de negociación: la muerte como principio de cualquier estrategia. Entre los demócratas no caben reproches, sólo deben dirigirse hacia un lugar, hacia aquéllos que militan, soportan, apoyan y dan cabida a estos criminales del coche-bomba. Nunca he creído en el diálogo con terrorista alguno, especialmente porque siempre mata, y si alguna vez no lo hace es porque lo han detenido, o porque no ha podido.

*Abogada