Escritor

Una teta negra aparecida en la pantalla de las televisiones que transmitían el partido de los Patriots contra los Panthers ha escandalizado a la gran nación americana y sobre todo a la NFL, que es la asociación del fútbol americano, donde la teta está prohibida desde que Dios la creó, que vaya cosas y negras que a Dios le dio por crear cuando vemos los musculazos de los jugadores de los Patriots, que eso es ya otra cosa, aunque la teta sea en definitiva un músculo pero distinto.

En unos momentos tan espirituales como es el comienzo de un partido de rugby, donde desde el primer segundo ponen a prueba las dosis de cornúpetas que tienen los americanos, la verdad que una teta te saca del tema que no es otro que darse de ostias.

Y con la teta pasa algo parecido que con las armas de destrucción masiva , que después de tanto buscar dónde están esas armas es en los arsenales americanos, que son los que las producen, porque lo que producía Sadam era humo y poco más. Ahora es cuando se están aplicando un poco más, pero ya con razón, porque nosotros no somos nadie para decir si Sadam era o no un dictador sangriento, y menos los españoles, con la sangrienta guerra que padecimos, donde ni se sabe en esta hora dónde están las fosas comunes esparcidas por todo el territorio nacional.

El colmo de la hipocresía, como en la teta, es pedir ahora, como hace Bush, que se abra una investigación sobre lo que él mismo decidió, que obligaría a abrirle a él mismo otra investigación por estar implicado, y por supuesto a nuestro jefe de gobierno, que debería declarar ante el parlamento qué documentos le impulsaron a meternos en una guerra santa a miles de kilómetros de Madrid.

Es decir, que la hipocresía sobre la teta está tan relacionada con el resto de las hipocresías de occidente que por estas circunstancias habría que abrirle un expediente al creador de la teta, que ha dado lugar posteriormente a la creación de las armas de destrucción masiva, que vienen a significar lo mismo. Ahora entiende más de uno la unión espiritual de Monterde y Acedo.