A veces dudo de si los debates que nos entretienen en España son muy antiguos, o tan modernos que nos estamos poniendo a la vanguardia de algo sin enterarnos. Por ejemplo, cuando esta semana descubrí por una sentencia judicial que hay colegios públicos en España donde se cuelgan crucifijos de la Iglesia católica, me sorprendí, lo confieso. Pensé que eso ya estaba claro, que formaba parte del pacto que alcanzamos los españoles con la Constitución del 78, que estos días invocamos constantemente para recordar que entonces comenzamos un camino nuevo, superando todo lo anterior. O sea, yo pensaba que desde aquel momento todo el mundo entendía que en los edificios públicos de un Estado aconfesional no se exhiben símbolos de una determinada religión. Me equivocaba, ya ven. Probablemente me equivoque también cuando pienso que en la polémica en torno a la presunta compra de casi el 30% de las acciones de Repsol por parte de la rusa Lukoil nos estamos perdiendo algo. El Gobierno, que sucesivamente nos ha dicho que se opone, que no opina, que el mercado es libre, pero que Repsol es española; la Casa Real, que desmiente cualquier intervención del Rey; el episodio del viceministro ruso, que dice con todas las letras que Gazprom estaba interesada en Repsol, y horas más tarde dicen que es un malentendido... y Aznar, que según informaciones periodísticas, habría aconsejado precisamente vender el paquete de acciones a Gazprom. Y donde me equivoco seguro es en el recuento de los planes de salvamento que nos han anunciado desde que se acabó la fiesta del dinero fácil. Ayer el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero , explicacó en el Congreso de los Diputados un nuevo plan para España. Desde la Unión Europea, el comisario económico Joaquín Almunia nos contaba las líneas maestras del plan para Europa. Y desde Estados Unidos nos llega cada día un plan del equipo de Obama , mientras conocemos los coletazos del plan de la Administración Bush . Da la impresión de que el mundo entero contiene la respiración a la espera de que algún plan funcione.