En el propósito de Irán está el elaborar uranio enriquecido a pesar de las reiteradas advertencias por parte del entramado internacional, entre el que se encuentra Rusia, la cual, de manera persuasiva, ha tratado de facilitarles el uranio enriquecido para evitar la suspicacia de una posible fabricación con fines nucleares, a lo que Teherán se opone radicalmente al entender que: "éste es un derecho legítimo e irrevocable de la nación iraní, que obedece a un criterio de desarrollo nacional y a fines pacíficos", por lo que rechazan suspender el proceso.

En caso de que Irán consiga fabricar armamento nuclear, Israel y los países occidentales quedarían expuestos a una grave situación de indefensión y riesgo, lo mismo que sucedería con Arabia Saudí y Turquía, rivales de Irán, que están planteándose también la posibilidad de adquirir algún tipo de armamento nuclear para contrarrestar el efecto, lo que convertiría a la zona en un auténtico arsenal nuclear, un polvorín de imposible control.

Irán es el tercer o cuarto país productor de petróleo del mundo y el segundo en reservas de gas; con una clara vocación por el armamento nuclear, afición que le viene de los lejanos tiempos del Sha de Persia . Entonces, paradójicamente, fueron los norteamericanos quienes propiciaron lo que ahora por todos los medios tratan de impedir. Al frente tienen a Ahmadinejad , un presidente que ha manifestado abiertamente que ha logrado completar la primera fase del proceso de enriquecimiento del uranio, considerando éste como el primer paso de una fase continuista hacia la creación de nuevas plantas centrifugadoras; un país gobernado por el fundamentalismo islámico, una especie de teocracia equiparable a la de las épocas más oscurantistas de la cultura occidental; una nación que, según el Departamento de Estado estadounidense, ha apoyado movimientos extremistas y terroristas islámicos, concretamente a los palestinos y a Al Qaeda, y ha manifestado reiteradamente su firme deseo de terminar con el estado de Israel, por lo que ha sido considerado por Bush como uno de los países que forman el eje del mal, junto a Irak y a Corea del Norte. Pero Irán es tres veces más grande que Irak y ofrecería una mayor resistencia a la ocupación extranjera.

Al efecto de encontrar una solución negociada, se han reunido en Moscú los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, más los países del G-8. Todos, unánimemente, se han manifestado contrarios a que Irán adquiera la capacidad de fabricar armas nucleares, pero discrepan en la forma de impedirlo: mientras unos se manifiestan partidarios de tomar medidas y sanciones, otros como Rusia y China pretenden agotar las posibilidades del proceso diplomático. La única cesión concedida por Teherán como señal de transparencia es la de invitar a Francia, Reino Unido y Alemania a que acompañen el proceso de enriquecimiento de uranio en su país.

El (OIEA) Organismo Internacional de la Energía Nuclear, le ha dado un ultimátum para que suspenda los experimentos con el uranio. El incumplimiento de esta advertencia levantaría nuevas controversias que, en principio, podrían provocarle el aislamiento internacional.

La opinión pública estadounidense está dividida entre los que pretenden que el Consejo de Seguridad tome medidas drásticas y los que apoyan continuar con el diálogo internacional por temor a nuevas operaciones terroristas suicidas contra su territorio. Sobre el Pentágono pesa negativamente la idea de un nuevo conflicto armado en Oriente Medio, cuando todavía están sin resolver los de Irak y Afganistán; pero en caso de que las negociaciones no lleguen a buen puerto, propondrían una acción conjunta de las fuerzas internacionales y de la ONU, aunque tampoco se descarta una intervención unilateral. Como primer paso, pretende impedir toda colaboración nuclear realizada desde cualquier país hacía Irán, lo que dificultaría la posibilidad técnica de fabricar armas nucleares por parte de este país. El mundo árabe pretende que la crisis iraní se discuta en paralelo con el programa nuclear israelí.

El objetivo de la política occidental debería orientarse a impedir el proceso nuclear iraní, al tiempo que a acelerar su democratización, hacer esfuerzos para propiciar los cambios que necesita esta sociedad, y con ellos, fomentar la llegada de la democracia, pues intentar impedir el avance nuclear exclusivamente por la vía bélica, supondría una actuación condenada al fracaso. Según los expertos, la transformación del uranio en arma nuclear, sin ayuda de terceros países, tardará tiempo en conseguirse, por lo que aún quedan oportunidades para la diplomacia y para la prudencia internacional, tratando de evitar, en la medida de lo posible, cualquier derramamiento de sangre.

De momento, el precio del petróleo está batiendo récord al alza, de persistir las subidas podría acarrear una violenta desaceleración económica y una espiral inflacionista que contribuiría inexorablemente a que muchas economías se pusieran al borde de la recesión, ya que también el precio del crudo es considerado por estos países como un arma desestabilizadora.

*Profesor