Decía Antonio Machado en su retrato, después de recordar el patio de Sevilla de su infancia, que "desdeño las romanzas de los tenores huecos/ y el coro de los grillos que cantan a la Luna./ A distinguir me paro las voces de los ecos/ y escucho solamente, entre las voces, una".

De no saber que el texto apareció por vez primera publicado en El Liberal , en el año 1908, podría pasar por una especie de escéptica observación de la campaña electoral que acaba de comenzar... oficialmente, porque de manera oficiosa los políticos llevan en campaña casi cuatro años.

Si repasamos verso a verso, no es difícil localizar a los tenores huecos, con su correspondiente acompañamiento de sopranos, y no digamos los innumerables grillos que cantan a la Luna, que, por cierto, ayer, estuvo en eclipse, por si los arúspices de los partidos, creen que puede ser signo premonitorio de algo.

Lo que ya resulta difícil es pararse a distinguir las voces de los ecos, porque se ha consolidado una especie de diálogo, cuyo guión se escribe día a día --que puede que sea lo más divertido-- y los ecos se confunden con las respuestas.

No digamos escuchar de, entre las voces, una. Eso ya resulta imposible de todo punto, por muy afinado que se tenga el oído y presta la atención.

El otro Machado, Manuel , escribía algo que los tenores actuales, más o menos huecos, podrían recordar: "Yo sé que los mismos que nos adoran, en el fondo nos guardan igual desprecio./ Y justas son las voces que nos desdoran.../ Lo que vendemos ambos no tiene precio". Bueno, sí lo tiene. Las campañas electorales son caras, cada año más caras, porque cada vez hay más medios en los que invertir. Pero eso no le quita el sueño a ningún jerarca político. Hay barra libre. Al final, el dinero lo pagamos los contribuyentes.